El gran viaje

HA EMPEZADO la gigantesca migración que llevará a muchos pájaros que anidan en Europa a encaminarse al África tropical, su destino de invierno. El cálculo de efectivos que se anticipan a la vuelta del frío y la falta de alimento es de cinco mil millones de aves que migran desde la tierra de los ciervos y las cabras monteses a la del león, el elefante, el hipopótamo y las gacelas. De noche, guiada por la posición de las estrellas, una marea de pajaritos arrumba al suroeste en busca de las sabanas etiópicas. Otros, de día, cruzan España hacia Marruecos, dispuestos a enfrentarse a la travesía del Sahara, mortífero para el débil. El largo viaje lo iniciaron a final de julio los vencejos y lo terminarán, en octubre, las últimas culebreras y aguilillas calzadas, camino de la negritud. Sólo el cuco se asentará en la selva virgen del Zaire y Guinea, refugio de gorilas y okapis, mientras el resto del gremio aterriza en zonas de cultivos, pastizales, acacias y baobabs, llegando en temporada seca. Sólo hay tres especies migratorias granívoras, la tórtola europea, la codorniz y el escribano hortelano, pues las demás son omnívoras o comedoras de insectos y frutas. Un minúsculo pajarillo, el mosquitero musical, lidera la clasificación de abundancia con nada menos que novecientos millones de ejemplares viajeros. Le sigue el bisbita arbóreo con doscientos sesenta millones y la golondrina común con otros doscientos veinte. También participan en el periplo aves corpulentas, de humedal como las cigüeñas blancas y negra, y rapaces como el buitre leonado, el alimoche y el águila pomarina. Senegal, Nigeria, Malí, Liberia y Ghana son el cuartel de descanso donde invernan nuestros ruiseñores, oropéndolas, abubillas, torcecuellos, collalbas, roqueros rojos, cernícalos primillas, aviones zapadores y papamoscas. Las aves migratorias no saben absolutamente nada de fronteras, vuelan libres entre continentes y países, en un esfuerzo vital magnífico y, afortunadamente, van quedando lejos los tiempos de al ave de paso estacazo.