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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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NO DEJA DE SER una obra de misericordia enseñar al que no sabe qué va a comer mañana. Hay sociólogos que creen que las crisis económicas afectan menos a los pobres, ya que están acostumbrados a las penurias, pero quizá no sea cierto. Tampoco lo es que lo peor que puede ocurrirle a un trabajador que haya perdido su empleo sea encontrar otro. Unos 114.000 albañiles andaluces reciben cursos para dedicarse a otras tareas, hasta que pase el bache de la construcción y puedan ponerse otra vez manos a la obra. Pobre Andalucía rica. A esta tierra y a este mar viene mucha gente en verano dispuesta a llevarse algo, aunque sólo sea un trocito de sol pegado a su epidermis, pero otros se van fuera, no con el mismo objetivo, pero sí con las mismas consecuencias: un 73% de los vendimiadores españoles en Francia son andaluces. Si UGT nos recuerda este dato no es precisamente porque tenga mala uva. No se puede negar que es una forma de reciclaje cambiar un trabajo, el que sea, por el que no se tenía. Se trata de recolocar parados, lo que es sin duda una iniciativa magnífica. Lástima que exija crear con anterioridad nuevas colocaciones. Siempre han existido dos clases de trabajo, estudiadas con notable precisión por Beltrand Russell. La primera consiste en alterar la superficie de la tierra y es bastante dolorosa. La segunda se basa en que esto lo hagan otros. En España, que bate la plusmarca de altos cargos ocupados por gente de cortas luces, ha crecido el número de personas que recomiendan en qué oficios les conviene trabajar a los parados. Ya vendrán tiempos mejores y podrán volver al andamio para agarrarse a él como dicen que hacen los pocos náufragos que encuentran una tabla.