EN BLANCO
Mejor que nunca
SE HA PUESTO de moda entre algunos miembros de la clase política instalada en el poder aquello de asegurar que hoy los españoles viven, vivimos, mejor que nunca. Lo dijo este jueves, por ejemplo, la vicepresidenta Fernández de la Vega. Y, aunque pudiera ser parcialmente cierta esta afirmación, creo que merece un pequeño análisis. Cierto: los españoles instalados en la cosa política, los que tienen un buen trabajo, los que se han situado en el mundo del dinero negro, viven mejor que hace treinta años, como dijo doña María Teresa. Supongo que, en términos generales, todos vivimos mejor que hace tres décadas, faltaría más. Pero hay toda una casta de españoles que no. Que viven con las mismas estrecheces. Que no llegan a fin de mes. Ignoro si son una minoría cualificada o si ni siquiera son ya minoría, sino que el porcentaje va creciendo. Y es para ellos para quienes un gobierno como el que Rodríguez Zapatero dice representar debería legislar fundamentalmente. Porque se puede hacer, pensar en los más desfavorecidos, sin por eso lesionar los demás derechos. Me parece que ya no se pueden lanzar alegremente afirmaciones como la de la vicepresidenta este jueves, decir que los españoles viven mejor que nunca, sin correr el riesgo de herir algunas susceptibilidades. O de cometer algunas injusticias. No me puedo sustraer a la idea de que quien repite tan machaconamente que jamás los ciudadanos estuvieron mejor que ahora está incurriendo en un olvido tremendo, el peor de los olvidos: aquel que consiste en mirar conscientemente hacia otro lado para no ver la realidad. Y lo siento mucho, porque mira que la vice y su entorno me merecen el mayor de los respetos. Debo concluir sospechando que puede que el poder enturbie los sentidos y la sensación de realidad.