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CRÓNICAS BERCIANAS

Puente de Domingo Flórez

Publicado por
MANUEL FÉLIX
León

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NO ESTÁN acostumbrados a protestar. Rara vez se ponen de acuerdo para manifestarse en público. No le crean problemas a los políticos. En general, no son nada políticos. Tienen un poso y una retranca de escepticismo y pragmatismo propia de las tierras fronterizas. Son afables, muy de abrir las puertas a todos. De hecho inventaron un licor de aguardiente al que lo bautizaron con el nombre de «cuturrús». Viven y dejan vivir, sin más. Son, como los mineros o los agricultores, gente trabajadora. Pero, ahora hay algo que les corroe, porque de nuevo les quieren dejar aislados. Arrinconados al olvido, la peor de las tragedias. Los de Puente de Domingo Flórez y zona de influencia, los del valle bajo del río Cabrera, están dolidos porque otra vez alguien les ha señalado con el dedo del castigo. Siempre estuvieron en un punto estratégico de comunicación viaria entre León y Galicia. De hecho, como Ponferrada, nacieron a la sombra de un puente. Un puente que da nombre al pueblo. Por allí pasaba y pasa el Camino Real, pasó la Nacional 120 y luego, de un plumazo, se la quitaron. De aquella se encogieron de hombros y no se dieron cuenta que, como dicen sus vecinos gallegos, «O que non chora, non mama». Y hasta ahora, ni han querido llorar, ni tan siquiera mamar. Y eso, que de las entrañas de sus tierras sale una pizarra que dispara el producto interior bruto del resto de la comunidad. Un material que tiene en los mercados internacionales su mejor aliado, y necesariamente tiene que salir por carretera para sostener esa riqueza, empleo y población. Han estado callados, pero comienzan a estar hartos. Hartos de estar en el rincón, de rodillas y con los brazos en cruz sin decir esta boca es mía. Y cuando se proyecta una autovía como la de Ponferrada a Orense, de nuevo ninguneados. No quieren que les pase lo mismo que a las cuencas del carbón, que cuando cerraron las minas, les construyen puentes y carreteras de plata para que la gente se vaya a comprar piso al Levante. Políticos locales, empresarios pizarreros, comerciantes y demás gentes de la zona se han dado cuenta de lo mucho que se juegan en esta ocasión. Saben que va a ser difícil hacer cambiar la intención del Ministerio de Fomento de llevar la autovía por el valle del Sil (por cierto, la zona más poblada, de mayor interés social, y según el informe de Medio Ambiente la de menor impacto ecológico). Pero se niegan en rotundo a que, como mínimo, no les construyan un enlace directo a la autovía A-76. Y así, ahí están, cargando el arma de la razón para que a alguien se le caiga la cara de vergüenza y admita que este valle, su población, su zona de influencia, esta vez, no se puede quedar aislada, ninguneada, olvidada. Hace días Zapatero preguntaba al encargado de la tuneladora que abría el último metro de túnel del AVE entre Asturias y León si era leonés, y aquel le respondía que de Toral de los Vados. Y la réplica del presidente fue que no se olvidaría de que uno del Bierzo hizo historia. En el caso que nos ocupa, Zapatero habrá hecho también justa historia si cuando venga a inaugurar la Ponferrada-Orense le pregunta a uno de Puente de dónde es.

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