Perplejo

DE VEZ en cuando uno se instala en la incertidumbre y, la verdad, no es cómodo. Tampoco se trata de un martirio chino horripilante, no conviene exagerar la nota, pero molesta sentir ese vértigo sobre la realidad de las cosas aunque las cosas sean tan dispares: la eficacia de la Justicia en España y una presunta conspiración multinacional que estaría manejando la crisis económica. Estoy perplejo y trato de explicarme para ver si alguien me lo explica. El amable lector pensará -con razón- que soy un poco raro y me preocupan cosas sorprendentes; es verdad. Pero aunque el tema no sea grave, resulta curioso que hace unos días el diario «El País» y poco después la cadena de televisión «La Sexta», pasen olímpicamente de dos decisiones judiciales: «El País» no retira el video del accidente de Barajas y «La Sexta» sigue pillando imágenes de «Tele 5» pese a que un juez, al parecer, se lo ha prohibido. No entro a valorar las decisiones judiciales ni las posibles repercusiones sobre el derecho a la libertad de expresión y estoy seguro que los medios citados habrán «desobedecido» convencidos de que están en su derecho. Pero reconozcan que llama la atención. No voy a ser yo quien emule a Pacheco y por lo tanto ni se me ocurrirá afirmar que la Justicia en España es un cachondeo, pero ¿a que lo parece? Y lo parece aun más cuando los perjudicados por las decisiones judiciales son personas importantes o grandes grupos de presión. (Recordatorio al ministro del Interior: en un programa de televisión de hace ya días, dejó entrever claramente que Rodríguez Menéndez, el incomprensiblemente huido con pasaporte en regla y recién estrenado, estaba a punto de ser detenido. No lo dijo así, claro, pero todos entendimos eso. Vale. Seguimos esperando). Y ahora viene la teoría de la conspiración que, como siempre, parece un disparate de película, pero ya se la empiezan a plantear sesudos analistas: no parece normal que los mercados, ellos solos, fluctúen de la forma que lo hacen: no parece normal que el petróleo suba en un solo día mas de 25 dólares y no parece normal que las bolsas alcancen máximos y mínimos de un lunes a un martes. ¿Sería posible que unos determinados grupos financieros estuvieran moviendo los hilos para provocar y así aprovecharse de estas fluctuaciones tan brutales? La cosa no deja ser bastante peliculera, pero la realidad a la que asistimos todos los días parece que no puede responder a la lógica de unos mercados que, aunque un poco histéricos, no pueden volverse tan absolutamente locos por sí solos. Algún día se sabrá la verdad -o no- pero como argumento de una posible novela y para dejarme a mi sencillamente perplejo, vale por ahora.