EN EL FILO
Profeta Imaz
ETA ha vuelto a exhibir toda su fiereza. Lo ha hecho como respuesta al Estado que ha desactivado en pocos días sus dos brazos políticos, ANV y PCTV, y ha llevado a la cárcel a gran parte de los responsables políticos de otra de sus marcas blancas, Gestoras pro Amnistía. Esperamos el habitual comunicado justificatorio de sus últimas barbaridades, pero no cuesta imaginar que entre sus razones incluya también la respuesta a la decisión del Constitucional, que ha echado por tierra en una demoledora sentencia la consulta popular de Ibarretxe. Y si así sucede, se habrá cumplido la profecía del sensato Josu Jon Imaz: ETA habrá matado «en nombre de la defensa de una presunta voluntad no atendida». Un sofisticado plan b «de consecuencias diabólicas», como advirtió Imaz antes de marcharse. La capacidad de abducción de la banda terrorista es infinita. Abduce partidos y voluntades individuales, abduce nuestro lenguaje, preñado aún de términos construidos por los asesinos para dar mayor empaque a su organización y a su causa criminal, y abduce también acciones y mensajes políticos ajenos. Escapar de la maraña tejida por ETA no siempre es fácil, pero conviene no cejar en el empeño. Por eso el reproche del presidente de Cantabria al PNV el día en que ETA asesinó al brigada Luis Conde parece excesivo y extemporáneo. Como fue gravísima la reacción de la portavoz del Gobierno Vasco a la sentencia del Constitucional denunciando un presunto manejo torticero del Gobierno al que acusó de utilizar la ley y los tribunales con fines electorales. Una indigna barbaridad. Si hay algo esperanzador en estas duras jornadas es la reacción unánime de los partidos contra ETA, prácticamente inédita en la anterior legislatura. Y no conviene que en ese frente se abran fisuras innecesarias. E TA está debilitada y agujereada, la nómina de sus asesinos y su carrera criminal cada día son más cortas, sus organizaciones satélites están fuera de la ley y sus principales portavoces en la cárcel. Hubo un tiempo en que cualquier ciudadano un poco informado conocía los nombres de los jefes de los principales comandos de ETA y de los portavoces de Batasuna. Ahora hasta a los periodistas especializados les costaría responder un cuestionario sobre la materia. ETA es el criminal herido y acorralado. La ficción nos ha enseñado que hasta que alguien desplace la pistola de su radio de acción y le coloque las esposas, el asesino puede morir matando. Pero nada más. Su final está más que asegurado y la película, a punto de acabar.