TRIBUNA
¿Volamos al futuro o regresamos al pasado?
DURANTE las últimas semanas, Lagun Air ha ocupado las primeras páginas de la actualidad leonesa como consecuencia de la difícil situación financiera de la empresa y que al día de hoy todavía no se ha resuelto, por lo que el futuro de la compañía sigue estando en el aire, valga la expresión aunque en un sentido contrario al que le resultaría mas propio. Desde que se difundieron las primeras noticias sobre la inquietante situación de la empresa, se han vertido muchas opiniones, se han suscitado no pocas tensiones y se ha generado un colectivo -y justificado- sentimiento de incertidumbre sobre el futuro de Lagun Air, ya que las propuestas y las soluciones que se apuntan todavía no han alcanzado un grado mínimo de consistencia y concreción. Así las cosas y las crisis, cabe preguntarse, según se indica en el titular de este artículo, si debemos volar hacia el futuro, trabajando con decisión, firmeza y eficacia para conseguir salvar esta importante infraestructura de comunicación o si, por el contrario, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, ante los problemas surgidos, debemos bajar los brazos para abandonarnos al conformismo, al desánimo, al victimismo y al señalamiento de culpables ajenos, orillando nuestras propias responsabilidades. Bajo mi punto de vista esta segunda actitud sería claramente irresp onsable, sobre todo, si se contempla la cuestión con una cierta perspectiva histórica. Como es bien sabido, la demanda de mas y mejores infraestructuras para León ha sido una reivindicación tan vieja como trufada de frustraciones y olvidos por parte de las Administraciones, durante amplios periodos de nuestra reciente historia. Esas seculares carencias de infraestructuras, entendido el termino en su mas amplio sentido, ha propiciado a lo largo del tiempo la creación de «plataformas» de mas alcance mediático que real, y el impulso de iniciativas desde distintas organizaciones, como la Federación leonesa de Empresarios que en su día llegó a financiar la elaboración de un estudio serio y solvente sobre la materia, desde el pleno convencimiento de la necesidad y de la importancia de estos proyectos para asegurar el desarrollo social, económico y empresarial de la provincia. Es decir, que se han invertido tantos esfuerzos, se han generado tantas ilusiones y se han establecido tantas expectativas en torno al aeropuerto y a esta compañía, que ahora mismo cualquier planteamiento que no pase por asegurar su continuidad sería claramente frustrante para la sociedad leonesa en general y, desde luego, para los empresarios en particular que necesitan estas dotaciones para garantizar la competitividad de sus empresas. Un grupo de empresarios, vinculados a ese proyecto común llamado Agelco, ya pusieron su «granito» de arena invirtiendo en Lagun Air, 20 millones de euros, en un momento en el que la compañía -recordémoslo- también estuvo a punto de desaparecer. Esos empresarios tomaron esa decisión, a todas luces arriesgada, no tanto por razones de rentabilidad inmediata, sino desde el convencimiento colectivo de que León necesitaba esa infraestructura de comunicación para salir del atraso y para ganar el futuro, asegurando su desarrollo social, económico y empresarial en igualdad de condiciones con otros territorios de nuestra propia Comunidad. En estos días, cuando la empresa vuelve a atravesar por otro momento muy delicado hay quien ha planteado, aparte de otros argumentos negativos, el tema de su «dudosa» rentabilidad, sugiriendo en tal sentido que tal vez, por este motivo, lo mejor sería el cese de su actividad, cosa que bajo mi punto de vista es igualmente rechazable por lo que tiene de disparatado. Porque aquí el criterio responsable a la hora de decidir el futuro de esta infraestructura no debe -ni puede- ser el de la rentabilidad económica sino el de la rentabilidad social. Renfe, TVE o la telefonía rural son empresas claramente deficitarias y a nadie en su sano juicio se le pasaría por la cabeza plantear su cierre por la sencilla razón de que ofrecen servicios esenciales o importantes para los ciudadanos. Y aunque alguien lo pueda poner en duda, esta importante infraestructura de comunicaciones también es «esencial» para León en pleno siglo XXI cuando cualquier actividad económica, social o empresarial precisa de estos medios de transporte en sus necesidades de desplazamiento a cualquier lugar del planeta. Por todo ello, desde las instituciones y desde todos los ámbitos con capacidad de decisión se deben buscar soluciones para que esta compañía y, por extensión el aeropuerto de León tengan la viabilidad y la continuidad que ahora se demanda desde todos los estamentos de la sociedad leonesa. Naturalmente, no hay por qué incurrir en improvisaciones o en ocurrencias mas o menos afortunadas. Pero en una primera aproximación y con independencia de lo que puedan aportar posteriores reflexiones o análisis mas profun dos, cabe señalarse que hay soluciones y fórmulas para mantener la empresa individualmente o promoviendo una fusión o su absorción por parte de otras compañías aéreas que operan en el mismo espacio territorial como Air Nostrum, que, por cierto, también recibe en estos momentos financiación de la Junta y de Caja Duero que tiene una participación del 22% en su capital social. Como ya ha ocurrido en otras ocasiones, León debe ser capaz de sumar esfuerzos, voluntades e iniciativas, sin interferencias partidistas, para que lo que hoy es un futuro negro se convierta en un horizonte esperanzador. Porque lo que está en juego, además de muchos puestos de trabajo y la viabilidad de un sector, es nuestra capacidad para seguir avanzando como una sociedad moderna.