Presupuestos Impunidad

CON el ritual de costumbre, el ministro de Economía entregó ayer al presidente del Congreso el proyecto de Presupuestos Generales del Estado en un minúsculo «pendrive». En un breve parlamento, Solbes incidió en que los Presupuestos para 2009 han sido elaborados con la intención de hacer frente a la compleja situación actual, por lo que las cuentas públicas tienen que ser austeras, sin dejar de lado las inversiones productivas y un «razonable apoyo al gasto social». Casi a la misma hora, Fernández de la Vega, en declaraciones a una cadena de radio, manifestaba que la reunión entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición para abordar la crisis económica se producirá a finales de esta semana o principios de la próxima. «El presidente quiere compartir la información que tiene sobre lo que está pasando», según la vicepresidenta. No es probable que los dos líderes consigan un pacto explícito, pero sería muy deseable que ambos acordaran remar en la misma dirección. LA CRISIS norteamericana tiene dos planos: el de las instituciones financieras y el de los ciudadanos de a pie. Aquéllas, tambaleantes y a punto del derrumbe, lo que provocaría con seguridad una severa recesión con muchos damnificados; éstos, víctimas de la coyuntura, en el paro o al borde del embargo. ¿Cómo explicar entonces a la ciudadanía que se prepara una gran operación de salvamento... para las instituciones financieras y no para la sociedad civil? Es, efectivamente, difícil de entender. El sistema financiero, de hecho, está chantajeando al Estado con su colosal amenaza: o grandes ayudas o inevitable recesión. La teoría del mal menor hará estragos, a buen seguro, a medio plazo: los políticos que no se han atrevido a proporcionar el rescate en primera instancia no tendrán más remedio que otorgarlo en último término. Lo grave del caso es que a nadie se pedirá cuentas. Los verdaderos responsables de la crisis, los que se enriquecieron a costa de las «hipotecas basura», los que traficaron con ellas a sabiendas del fraude, no pagarán por ello. En esta impunidad radica el fondo del problema.