Diario de León

EN EL FILO

Zapatero y la oposición

Publicado por
JOSÉ CAVERO
León

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NOS hallamos en un momento en el que la oposición ha recrudecido sus ataques y críticas al Gobierno, por la sencilla razón de que existen problemas que la crisis internacional financier a han agudizado en nuestro país como en tantos otros. Mariano Rajoy es su principal atacante, pero no el único: Cristóbal Montoro, Pío García Escudero, atacan, por igual, la política gubernamental y a su principal valedor, el vicepresidente Solbes. García Escudero, que tuvo una magnífica temporada durante la anterior legislatura, repite su condición de portavoz del PP en el Senado, y ha vuelto a hacer recomendaciones al presidente Zapatero, posiblemente creyendo que iba a encontrar debilitado y sin fuerzas. El jefe del Gobierno, como anteriormente le sucedió con Rajoy, en un primer tiempo resulta amable y educado, pero si se insiste en los ataques se revuelve con extraordinaria crueldad. Y de ello fue demostración visible la sesión de este martes, cuando Zapatero provocó la risa de sus señorías al decirle a su contrincante dialéctico que en el FMI, en Wall Street, en la Casa Blanca y en el Banco Mundial estaban esperando ansiosamente sus soluciones a la crisis, después de haberle escuchado pacientemente sus sugerencias de que cese a Solbes y escuche las recetas del PP... En este instante, Zapatero se encuentra en otra clase de cuerda floja y de equilibrio inestable: por un lado, no puede dejar de rebatir, incluso con singular dureza, las críticas del PP y sus dirigentes, pero al mismo tiempo, les tiende la mano y acepta que opinen y aporten soluciones «si las tuvieren», como ha insistido en un par de ocasiones. En efecto, desde el poder del Gobierno, parece que se tiene la impresión de que será difícil que el PP aporte soluciones aceptables para una actuación del gobierno que el propio Zapatero ha «armado» con su vicepresidente Solbes, y en la que se juega con unos cuantos criterios bien sólidos: recorte y congelación de buena parte de los gastos del Estado, aunque no todos -subirán los salarios de los funcionarios, se mantiene la elevación del presupuesto de la Casa Real, por ejemplo-, y se mantienen, y hasta se incrementan, otra serie de gastos, como los sociales, los de infraestructuras, los de vivienda, los de la Dependencia... Claro que todo ello sería modificable, pero esos son los criterios que impulsa el presidente en razón de su diferenciación ideológica: favorecer a los más perjudicados, elevando subsidios y favorecer la inversión pública en obras de infraestructura que, de algún modo, pudieran paliar los efectos de la crisis inmobiliaria.

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