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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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ANTES que a las mujeres y a los niños, que antes tenían preferencia en los naufragios aunque acababan ahogándose, ahora lo que urge más es salvar al dinero. Muchas personas que han tenido la imprevisión de guardar unas monedas para poder transitar con un relativo donaire «el arrabal de senectud» están alarmadas. Los más solventes usureros les dicen que su dinero se puede quedar en nada, es decir, en mucho menos. La banca española sólo garantiza 20.000 euros a cada titular en caso de quiebra. Esos son los términos del contrato obligatoriamente suscrito por las respetables sanguijuelas. Los honorables parásitos piden ayuda para poder seguir siéndolo. El por ahora vicepresidente don Pedro Solbes, va a proponer subir el dinero garantizado si quiebra un banco. Bastantes quebraderos de cabeza tiene ya para ocuparse de las quiebras personales de sus compatriotas. «¿Qué sistema financiero con una morosidad del 5 por ciento es seguro?», se pregunta el señor Montoro, al que nadie ha calumniado hasta el punto de considerarle una mente privilegiada. ¿Qué está pasando con los previsores del porvenir? Han vivido del cuento y de las cuentas, pero ninguno tenía una idea muy clara de lo que iba a ocurrir en el futuro, cuando todos éramos unos gilipollas que nos creíamos ricos. ¿Quién nos garantiza que no vamos a ser desvalijados en la vejez? Sólo pueden estar seguros los que hayan muerto jóvenes con la finalidad de dejar un cadáver de buen aspecto. Quienes hayan tenido la desgracia de esperar «hasta que el tiempo muera en nuestros brazos», que dijo el clásico, las van a pasar canutas. Los que se sacrificaron confiándoles algo del dinero que no les sobraba a los usureros legalizados se equivocaron. Hicieron mal nuestras cuentas.