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Publicado por
LOURDES PÉREZ
León

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ES POSIBLE que el endurecimiento que ha imprimido el Gobierno a su estrategia en materia de inmigración se esté haciendo evidente no sólo por las nuevas medidas que promueve o tiene intención de promover, sino justamente por sus esfuerzos para no admitir la relevancia del giro en su política y su mensaje. El paradigma de ello fueron los argumentos esgrimidos en junio por los socialistas para justificar su apoyo en el Parlamento Europeo, con los únicos votos en contra de Josep Borrell y Raimon Obiols, a la controvertida Directiva de Retorno por la que se permite retener en centros de internamiento a los extranjeros en situación ilegal hasta 18 meses antes de repatriarlos. Entonces se justificó el respaldo a una medida que chirría con la garantista legislación española haciendo hincapié en que la misma acotaba el margen de maniobra de los estados miembros que no estaban constreñidos por un plazo de actuación definido, orillando las nuevas restricciones que pesarán sobre los «sin papeles». La reivindicación posterior realizada por el ministro Corbacho de su propuesta para facilitar el regreso a sus lugares de origen de los inmigrantes que hayan perdido su empleo ha abundado en ese discurso que conjuga el retraimiento de la política de extranjería con una suerte de mala conciencia ideológica. Este visible cambio de estrategia no ha sido sobrevenido. Antes al contrario, se dejaba leer ya en las páginas del programa electoral del PSOE, en el que se advertía de que si la pasada legislatura había sido la de la entrada regular de inmigrantes, ésta tendrá como objetivo prioritario garantizar la convivencia y el desarrollo de quienes están legalmente instalados en España. Ahí figuraban la apuesta por una llegada «realista» de extranjeros, por una revisión de las reagrupaciones familiares y por la filosofía según la cual los nuevos trabajadores foráneos no deben suponer un condicionante para el empleo que ocupan los nacionales y los inmigrantes residentes. La perspectiva del tiempo hace pensar que la readecuación de su política por parte del Gobierno quedó escorada por la iniciativa más polémica del PP para que los extranjeros recién llegados se sometieran a contrato de integración de dudoso encaje constitucional. Pero con el paso de los meses, la inspiración de ambas estrategias ya no parece tan distante.