El retrovisor

LA SELECCIÓN genética puede evitar dolencias y se está buscando afanosamente el embrión ideal. El nacimiento de un bebé para salvar a su hermano ha convertido a esa criatura en el mayor ejemplo de solidaridad involuntaria registrado en el planeta. El niño ha nacido con una farmacia de guardia bajo el brazo. La medicina está haciendo posible que nazcan «niños medicamento», pero aún no se ha logrado el cultivo de «hierbas para olvidar», como en la canción de Atahualpa Yupanqui. Simultáneamente con ese descubrimiento, que según el Vaticano «no es altruismo, sino eugenesia», el infatigable juez Garzón le ha dado diez días de plazo al registro para que compruebe el fallecimiento de Franco. Una vez que esté en su poder el documento, el magistrado buscará culpables, no de su óbito, sino de otros. Que tiemblen don Pelayo y Recaredo, que tengo entendido que tenían muy mala leche. El señor Garzón le ha puesto un espejo retrovisor a la Historia, esa sucesión de errores y de horrores. Antes pasará por los trámites necesarios para pedirle cuentas a Felipe II y a los llamados Reyes Católicos. Todo se andará, aunque el recurso de la fiscalía obstaculice el procedimiento. Don Baltasar se ha transformado en la antítesis de don Simón el enterrador y se dispone a buscar culpables de la desaparición de 114.266 desaparecidos desde el año 36 a 1952 del siglo pasado. Lástima que no todos sus contemporáneos le hagan justicia al justiciero magistrado. La última encuesta asegura que a los españoles lo que más les preocupa es el dinero. Más aún que el paro y el terrorismo. No digo eso del vivo al bollo y el muerto al hoyo, digo sólo lo que dicen las encuestas. La maltrecha economía sigue siendo la más urgente «causa de la Historia».