Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Robar no es un placer

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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ROBAR es un oficio que se ejerce por libre, pues está claro que nadie paga a nadie por robar al prójimo. Es cierto que algunas de las operaciones que se practican en la santa actualidad se parecen a los oficios de Sierra Morena como un melocotón a un peruco de invierno. Entre rumanos, marroquíes, senegaleses, y demás gente de navegación forzosa, en la España actual pueden registrarse no menos de siete millones de inmigrantes salidos de sus territorios de origen para dar con un lugar en el cual se pueda robar tan fácilmente como en España. Confesaba un recién llegado, a la espera de papeles, que en España, sea por lo que fuere, la mayor parte de los viajeros en cayuco o en patera, se lanza al robo de una forma o de otra, no se sabe a la espera de qué, porque la papelería se despacha ya con tanto rigor que ya los indigentes incapaces de hacerse con papeles lícitos, se pone a robar. Y lo hace con tal destreza y descaro que de casi nada valen leyes y reuniones de asociaciones de caridad. Aquí el que no roba acaba quedando de cuadra o en Mansilla de las Mulas. Y roban de todo: hortalizas, aperos de labranza, instrumentos de alta y de baja tecnología, hilos de telégrafos y de suministro de fuerza hidráulica. Y no faltan quienes, perdida la fe y la esperanza, entran a saco en iglesias y en santas y humildes ermitas, dejando los cepillos de la caridad imposibles... Con decirles a ustedes que una banda de malhechores, sin ningún respeto, para los bienes ajenos, considerándoles suyos por la aplicación democrática del reparto que se predicaba por los acólitos de Don Pablo Iglesias, que en paz descanse, se apropiaron libremente de los trillos de moler la espiga, y de los motores del pozo para mover la noria, creemos que es suficiente y justifica que los vecinos de la comarca se unieron todos juntos con los requetés en la guerra carlista, formando batallones de defensa de los bienes de la gente honrada. Y el gobierno del señor Rubalcaba, especialista en atrapar fugitivos de la ETA, contempla la situación con filosofía de vendedor de almadreñas y se conforma con que los ladrones y los aficionados roben menos teniendo en cuenta de que para robar bien bastan los personajes con titulatura y diploma o permitan a los vecinos el uso de armas de matar, por si el medio fuera suficiente para que los ladrones se fueran con los robos a otra parte y dejaran a los buenos aldeanos de los pueblos afectados el uso de armas de matar. Parece una barbaridad yanqui el consejo, pero no hay más que revisar la historia de España y de las Alpujarras para comprender que el ministerio de la Guerra está obligada en su condición de mujer sentimental, a ceder para vencer y dejar que los perjudicados de la gleba canten ya alegremente: Robar es un placer genial / robando espero / al ladrón que yo más quiero... Y, como el que te quiere te hará llorar, están dejando a los asaltados en mares de lágrimas. ¡Y tampoco es eso! que diría Don Pérez de Guzmán...

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