Diario de León

TRIBUNA

Un empresario ejemplar y un mecenas generoso

Publicado por
ROBERTO ÁLVAREZ-HIGUERA
León

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NO ES NECESARIO ser un gran economista para saber que el primer objetivo de una empresa es la búsqueda del beneficio, aunque este principio básico admite luego diversas interpretaciones y variantes. El grupo empresarial Agelco adquirió en 2004 la compañía Lagun Air, en estado deficitario y con sesenta puestos de trabajo, pese a saber que tardaría en ser rentable, pero, sobre todo, con el pleno convencimiento de que León merecía y merece tener una aerolínea propia. En efecto, el beneficio es el motor de la empresa, la energía que permite todo lo demás; por ello, cuando las pérdidas van mucho más allá de cualquier previsión inicial, que en el caso de la dicha compañía rondan el millón de euros al mes, no se le puede exigir al empresariado que las asuma por tiempo ilimitado, pues al hacerlo podría poner en peligro también la viabilidad otras iniciativas. El riesgo empresarial forma parte del vocabulario del cualquier emprendedor, pero aún mucho más la toma responsable de decisiones. De «titánico» calificaba don Manuel Lamelas, presidente de la Cámara de Comercio de León, el esfuerzo inversor realizado por Agelco en dicha aerolínea, en recientes declaraciones publicadas por los medios de comunicación. Y de «escalofriante», añadimos nosotros, se puede calificar la cifra en número rojos que se habría alcanzado de continuar la sangría, sin la llegada inmediata de más y mayores subvenciones, pero de la llegada de verdad, con fechas reales, y no las promesas que se prolongan indefinidamente en el tiempo. Este grupo ha demostrado con creces que sabe trabajar sin esperar una rentabilidad económica inmediata, pero ello no puede derivar, como así ha sucedido, en una gestión lastrada por obstáculos que sobrepasan lo estrictamente empresarial. Agelco ha estado allí donde se le ha necesitado, con un admirable planteamiento de servicio a los leoneses, y en algunos casos con un compromiso mucho más allá de lo exigible a un patrocinador. El mecenazgo de actividades deportivas, culturales y sociales en esta provincia tiene un antes y un después marcado por la aparición de Agelco, presidido por don Ignacio Tejera, a su vez presidente de Lagun Air. En coherencia con dicho compromiso, se adquirió esta aerolínea, para evitar su cierre y el efecto decepcionante que tendría en la sociedad leonesa. Los empresarios somos reacios al victimismo, sabemos que tiene un efecto paralizante, pero también podemos preciarnos de conocer la psicología de la sociedad, los impulsos que la motivan o la frenan. Cuando los anteriores propietarios de Lagun Air decidieron la venta o el cierre de la compañía, Agelco no quiso desatender las distintas voces que le sugirieron, algunas desde altas estancias, que impidiera la desaparición de la aerolínea. Las mejoras conseguidas resultan obvias para cualquier análisis ecuánime, pero aunque la experiencia empresarial permite prever algunas circunstancias adversas, la Economía está sujeta a no pocos factores inesperados: locales, nacionales e internacionales; la Economía y las reacciones humanas. A mayores de la difícil situación creada por dichas pérdidas millonarias en Lagun Air, el grupo empresarial viene padeciendo presiones externas de todo tipo, incluidas las provenientes del ámbito de la política. Algunos de quienes con oportunismo hicieron suyo el éxito de Lagun Air y competían por hacer grandes declaraciones sobre su respaldo al proyecto, ahora demonizan injustamente a los empresarios que hasta ayer ensalzaban. Habría mucho que contar sobre promesas incumplidas e inversiones que nunca llegaron a materializarse, factores que han sido decisivos para el cierre de la compañía. Con Agelco, Lagun Air triplico la plantilla heredada de los anteriores propietarios ¿se puede aportar una prueba más rotunda de la seriedad de la apuesta realizada?, ¿pueden otros afirmar con el mismo rigor que también ellos han cumplido con las obligaciones adquiridas? Los empresarios estamos acostumbrados tanto a los éxitos como a los reveses, y sabemos que de ambos se aprenden valiosas lecciones. Obviamente, nuestras iniciativas también están sujetas a la crítica de la sociedad; ahora bien, lo que ya no pueden aceptarse son las mentiras o las medias verdades. La vida tiene muchos aspectos subjetivos, abiertos a diferentes interpretaciones, pero también existe una verdad objetiva en las conductas, en las públicas y en las privadas. El grupo empresarial ha actuado con intachable comportamiento, tanto en aquello que salió satisfactoriamente como en aquello otro cuyo resultado final no fue el esperado. La actuación de don Ignacio Tejera ha sido ejemplar, en todos los aspectos. Sinceramente, creo que ya han pasado los tiempos en los que el empresario era caricaturizado en los chistes como alguien sin sentimientos, a quien sólo le faltaba el tridente. Todo buen empresario lo es no sólo porque obtiene beneficios, sino porque entiende el trabajo como un ámbito en el que proyectar valores. Ignacio Tejera, como su equipo, pertenece a dicha concepción humanista de la empresa. ¿Alguien puede dudar que un empresario es el primero en lamentar el cierre de su propia empresa, en la que además de dinero ha volcado ilusiones, tiempo y, no pocas veces, su propia salud? Estoy convencido de que todos quienes integran Agelco, lamentan profundamente la incertidumbre laboral en la que actualmente se encuentra la plantilla, y desean que las ofertas externas que reciban se ajusten en todo lo posible a lo que consideren mejor para ellos y sus familias. Como se ha dicho, a mayores de la valentía que implica invertir en una compañía aérea deficitaria, un sector complejo y sujeto a no pocas oscilaciones, empezando por el coste del combustible, Agelco se ha volcado en una encomiable labor de mecenazgo, que hasta ahora apenas se ejercía en esta ciudad desde el sector privado: el pPrimer Máster Tenis, donde Rafael Nadal ganó el trofeo; el patrocinio a todos los equipos deportivos de la ciudad; cuando el Baloncesto León estaba a punto de desaparecer por problemas económicos, fue la entrada de Agelco en la sociedad la que posibilitó su continuidad, al hacerse cargo del 49% del capital social; hizo posible la presencia de un leonés en los rallies como el París-Dakar o los Faraones. Y no debe olvidarse que el Inteco, una de las iniciativas tecnológicas más importantes de España, está construido en una parcela que el grupo facilitó sin obtener beneficio alguno en ello. Muchos otros ejemplos se podrían citar. Agelco y cada uno de los empresarios que lo integran han actuado siempre con una visión generosa de sus obligaciones profesionales, y me atrevo a decir con admirable amor por León y a su desarrollo económico. Los resultados adversos forman parte del citado riesgo consustancial a la actividad económica, en este caso aumentado por lastres añadidos que nada o poco tienen que ver con lo puramente empresarial. En definitiva, es de justicia reconocer la meritoria labor de Agelco y comprender las actuales circunstancias de crisis que han llevado al cierre de la compañía. Quienes admiramos a Ignacio Tejera sabemos que seguirá liderando iniciativas, combinándolas con su concepción de la empresa como búsqueda del legítimo beneficio, pero también como una forma de contribuir al desarrollo integral de la sociedad. Así ha sido hasta ahora, y así seguirá siéndolo.

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