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EL RINCÓN FRONTERIZOS

Esperando la tarjeta Periodismo

Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA MIGUEL A. VARELA
León

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TENEMOS PREPARADAS nuestras mejores galas, que en este momento son las menos andrajosas, pero no nos invitan a la fiesta. Por otra parte, que es la que no nos toca, sabemos que va a ser muy aburrida. Se trata de reformar las bases del sistema financiero mundial, ya que el anterior se cayó por su propia base, que estaba podrida. Llevamos algunos días esperando que nos llegue la tarjeta de invitación, pero en la cumbre del G-20 parece que no se acuerdan de los que están en el hoyo. Todo está dispuesto para los días 14 y 15 de noviembre en Washington, pero el cartero no llama ni una vez a nuestra puerta. El Gobierno ha solicitado oficialmente a EE.UU. que Zapatero pueda asistir a la magna reunión contra la crisis. El embajador Dezcallar se ha reunido con el número dos del Tesoro para pedirle que invite a España, pero como si nada. Ojalá llegue pronto el tarjetón. El Ejecutivo lo plantea como objetivo prioritario y ha pedido ayuda tanto a Obama como a MaCain, que nos da igual uno que otro porque los dos tienen la llave de la puerta. No se sabe si íbamos a ir a Washington como el convidado de piedra, pero se sabe que nuestro presidente, señor Zapatero, se ha quedado de piedra al no recibir la invitación para el convite. ¿Por qué esa resistencia de los anfitriones? Donde comen tantos puede comer uno más y algunos comensales han abogado por nosotros. Por si fuera poco, saben que el líder español se levantaría ante todas las banderas que viese en su viaje para inclinar respetuosamente la preocupada cabeza. España es no sólo un gran país, sino uno de los tres que construyeron Europa. ¿Por qué nos tratan así? En el Poema del Mío Cid se leen unas palabras que quizá aclaren algo: «Lengua sin manos, ¿cómo osas fablar?». VIVE EL PERIODISMO quizá el momento más difícil de su historia como profesión. Las nuevas tecnologías han supuesto no sólo un desafío formal a la hora de ofrecer la información sino una transformación estructural de lo que se supone que es información, de su transmisión y de su uso y difusión. Hay una nueva generación de usuarios que abandonan los medios tradicionales y buscan en los actuales recursos virtuales lo que necesitan, mientras las trompetas apocalípticas sobre el fin del papel impreso y de la prensa tal y como la conocemos desde hace un par de siglos suenan más fuertes cada día. En su momento ya lo advirtió el infalible Marx (Groucho), cuando aconsejó a su editor regalar un huevo frito con sus memorias: es difícil saber qué se compra realmente en los quioscos, convertidos en bazares comerciales. Si a ello le sumamos las consecuencias de la crisis económica en el mercado publicitario y la sustancial transformación de la estructura de la propiedad en los medios, la situación no da mucho margen para el optimismo. La información se ha convertido en mercancía que cada grupo -incluyendo (lamentablemente) los escandalosamente deficitarios medios públicos-, maneja según sus intereses y el lector va perdiendo su papel referencial en beneficio de conveniencias que se le escapan. En este contexto será interesante escuchar mañana en Ponferrada al periodista marroquí Ali Lmrabet, encarcelado por sus actividades críticas con el régimen alauita, que procede de un entorno en el que la lucha periodística es pura batalla de supervivencia por la libertad de expresión. Condenado a cuatro años de cárcel y a no poder ejercer el periodismo en Marruecos durante diez, la experiencia de Lmrabet reconcilia a uno con los principios éticos de una de las profesiones más hermosas del mundo, que corre peligro de convertirse en historia. 1397124194