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Publicado por
CARLOS CARNICERO
León

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UN CIUDADANO de raza negra en la presidencia de los Estados Unidos es un hito para la humanidad. Lo es en sí mismo, porque hace menos de cincuenta años se abolieron las leyes segregacionistas en Estados Unidos y hace siglo y medio todavía existía la esclavitud no sólo en Estados Unidos sino en la Cuba española. Datos que no hay que perder de vista al observar la soledad de cada votante norteamericano inscrito en su comparecencia ante la cabina electoral. Está a punto de ocurrir un milagro que cambiará el curso racista que ha tenido la historia de la humanidad, pero todavía es pronto para cantar victoria. Obama es afroamericano, evidentemente, pero además es el candidato favorito en las encuestas, quien mayores dotes de liderazgo ha demostrado en estos momentos de crisis y quien ofrece más garantías para este mundo cambiante. El destino ha querido que Barack Obama sea candidato precisamente ahora. Ni antes ni después. Cuando se desploman los dogmas conservadores que se instalaron en el mundo después del derrumbe del universo soviético. Cuando hasta el excéntrico presidente de Francia, Nicolás Zarkozy, habla de la necesidad de un cambio radical en las reglas de interacción entre la política y la economía. Todo apunta a que asistimos al final de un ciclo de pensamiento conservador que debe ser sustituido. Es una razón más para que el presidente sea Obama porque parece difícil adjudicar al senador McCain las condiciones necesarias para ese liderazgo innovador, McCain y el Partido Republicano están demasiado contaminados por los ocho años de la presidencia de George W Bush. Falta por saber la incidencia que los prejuicios raciales puedan llegar a tener en el electorado de un país con una distribución sociológica tan distinta entre las zonas rurales y los núcleos industriales; entre las distintas composiciones étnicas y en distintos sustitos religiosos. Sólo faltan unos días para conocer la respuesta a un reto que puede cambiar mucho la historia de la humanidad.