TRIBUNA
La crisis de 1929 y Keynes (y 2)
RECOMENDACIONES para salir de la crisis. Entre las iniciativas que por parte de las autoridades se están tomando en las últimas semanas, hay algunos elementos que se han definido claramente y sobre los que existe un amplio consenso, como son la necesidad de una mayor regulación del sistema financiero, acciones concertadas por todos los países implicados en la crisis y recomendaciones a la calma tanto por parte de las autoridades políticas como monetarias. Se trata de medidas que han suscitado una gran polémica en el mundo con declaraciones catastrofistas sobre el fin del capitalismo, intromisiones de los poderes públicos en el mercado, vuelta al marxismo, etcétera. Veamos las opiniones de Keynes: «No es una deducción correcta de los principios de la economía que el interés propio ilustrado produzca siempre el interés público. Ni es verdad que el interés propio sea generalmente ilustrado; más a menudo, los individuos que actúan por separado persiguiendo sus propios fines son demasiado ignorantes o demasiado débiles incluso para alcanzar éstos. La experiencia no demuestra que los individuos, cuando forman una unidad social, son siempre menos clarividentes que cuando actúan por separado». «Creo que en muchos casos la medida ideal para la unidad de control y organización está situada en algún punto entre el individuo y el estado moderno». «Creo que el remedio para estas cosas ha de buscarse en parte en el control deliberado del dinero y del crédito por medio de una institución central, y en parte en la recogida y publicación en gran escala de datos relativos a la situación económica, incluyendo la publicidad completa, si es necesario por ley, de todos los hechos económicos que sea útil conocer». «Por mi parte, pienso que el capitalismo, dirigido con sensatez, puede probablemente hacerse más eficiente, para alcanzar fines económicos, que cualquier sistema alternativo a la vista, pero que en sí mismo es en muchos sentidos extremadamente cuestionable. Nuestro problema es construir una organización social que sea lo más eficiente posible sin contrariar nuestra idea de un modo de vida satisfactorio.» Como vemos, Keynes no propone una nacionalización de algunos sectores como, en algunos casos, se está acusando la actuación de algunos gobiernos afectados (participación estatal en las entidades financieras y otras iniciativas) pero, desde luego, está en contra de dejar al mercado funcionar de forma totalmente libre regulándose de forma automática como se propugna desde Adam Smith y su célebre «mano invisible». Acción concertada de todos los países. «Está más allá del objeto de este ensayo indicar líneas de política futura. Pero nadie puede dar el primer paso sino las autoridades bancarias centrales de los principales países acreedores; ni puede cualquier banco central hacer los suficiente actuando en solitario. Una acción decidida por parte de los bancos de la Reserva Federal de los Estados Unidos, del Banco de Francia y del Banco de Inglaterra podría hacer mucho más que lo que la mayoría de la gente estará dispuesta a creer... De cualquier modo, el remedio más efectivo sería que los bancos centrales de estas tres grandes naciones acreedoras se unieran en un plan audaz para restablecer la confianza en el mercado de préstamos a largo plazo; ello serviría para reanimar la empresa y la actividad en todas partes, y para restablecer precios y beneficios, de tal modo que a su tiempo las ruedas del comercio mundial rodarían de nuevo». Es preciso recordar que, en este momento de la historia, el «mundo» estaba compuesto únicamente por cuatro naciones, Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Alemania si bien esta última se encontraba en una mala situación económica derivada de las obligaciones impuestas por el bando vencedor en la I Guerra Mundial. Recomendaciones para el optimismo. «Lo peor de esto es que tene mos una excusa excelente para no hacer nada. . . Hoy hay muchos amigos de su país que creen que la cosa más útil que ellos y sus vecinos pueden hacer para arreglar la situación es ahorrar más de lo acostumbrado...». «Ahora bien, en determinadas circunstancias todo esto sería enteramente correcto, pero en las circunstancias actuales, por desgracia, es completamente erróneo. Es absolutamente perjudicial y equivocado, todo lo contrario a la verdad». «Porque lo que ahora necesitamos no es apretarnos el cinturón, sino estar en una disposición expansiva, de actividad: hacer cosas, comprar cosas, fabricar cosas... Tomemos el caso extremo. Supongamos que todos a la vez dejamos de gastar nuestros ingresos y que lo ahorramos todo. ¿Y bien? Todos dejaríamos de trabajar.» «El paciente no necesita reposo, sino ejercicio. No podéis dar trabajo a la gente conteniendo el gasto, dejando de cursar pedidos, permaneciendo inactivos». Estos «graznidos» (como él mismo los calificó) están de plena actualidad en estos momentos. Estamos asistiendo, probablemente, a un momento histórico, de tal forma que el mundo no volverá a ser tal y como lo hemos conocido hasta ahora, pero mientras llegamos a alguna nueva situación estabilizada y como mensaje optimista en estos momentos atendiendo a lo expuesto por el gran Keynes, ha habido situaciones anteriores al menos igual de graves y lo que es todavía mejor, gran parte de las soluciones, o al menos algunas de ellas, ya las conocemos. Bibliografía «Ensayos de Persuasión». John Maynard Keynes. Editada en España por Editorial Crítíca. ISBN: 84-7423-363- 1 Los entrecomillados y en cursiva se han obtenido literalmente de los ensayos Economía (1931), Consecuencias del Hundimiento de los Valores Monetarios en el Sistema Bancario (1931) y La Gran Depresión de 1930 (1930) contenidos en esta publicación.