LA VELETA
Realidad y deseo
EL TÍTULO NO ES una distraída evocación del gran Luis Cernuda. Es la forma de acercarse al argumentario de los enemigos de Zapatero, empeñados en glosar el portazo que, según ellos, le espera a España si insiste en procurarse un puesto en la cumbre internacional del 15 de noviembre en Washington ¿Desean el portazo, como militantes del antizapaterismo, o lo temen, como buenos españoles? Esa es la cuestión. El presidente del Gobierno se ha desayunado estos días con una ofensiva política y mediática de quienes se la tienen jurada desde su fuga iraquí, cuando retiró las tropas y deshizo de un plumazo el alineamiento de Aznar con Bush. Ahora hablan y no paran de la insignificancia de España en el mundo como seguro precursor del portazo que Zapatero se merece. Grandes aspavientos por la «exclusión» de España de algo en lo que jamás estuvimos incluidos ¿Cómo se puede dejar fuera de un club (el G-20) a quien nunca fue socio del mismo? Otra cosa es solicitar el ingreso y que luego te rechacen. Ahí estamos, en la búsqueda de apoyos. Sabemos de la implicación del Rey, las gestiones del embajador Dezcallar, las del ministro Moratinos, las personales de Zapatero en Pekín (cumbre UE-Asia) y dentro de unos días en El Salvador (Cumbre Iberoamericana). El propio Gobierno ha creado la expectativa y la operación se le puede volver en contra si al final no acierta. Sin embargo, su obligación es intentarlo en nombre de los intereses generales. Y al margen de que su política exterior haya sido más o menos atinada. El líder del PP, Mariano Rajoy, ha expresado públicamente su apoyo a la pretensión española, aunque en el PP y en sus entornos mediáticos también se han escuchado voces que cantan la derrota de antemano. Eso sólo puede interpretarse como la expresión de un deseo. Son agoreros que no dejan resquicios para deducir que, a pesar de los pesares, conviene apoyar los esfuerzos diplomáticos del Gobierno para lograr algo que está muy por encima de Zapatero. Dicen que con Aznar lo hubiéramos conseguido. Lo cierto es que intentó la entrada de España en el club de los países más ricos del mundo (G-8), pero no lo logró. Sin embargo, a nadie se le ocurrió relacionarlo con una supuesta flojera diplomática del entonces presidente del Gobierno. Ojalá lo hubiera conseguido Aznar y ojalá lo consiga Zapatero porque es bueno para España.