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EL ÚLTIMO día me hacía eco aquí de la desaparición de algunas empresas, pequeños negocios ligados a la vida leonesa de las últimas décadas. Eran tres y tenían el denominador común de encontrarse en la zona del centro comercial y a una distancia de trescientos metros. No pretendo hacer exhaustiva la lista de empresas que echan la trapa por unos motivos u otros, pero lo cierto es que no reparé el otro día en un par de negocios que también han cerrado y que si bien sólo uno de ellos era emblemático, el otro se hizo pronto con una numerosa clientela. El primero al que me refiero es Luwa, que cerró sus puertas en la plaza de la Inmaculada, esquina con Gran Vía de San Marcos. Fue la papelería con clase de los últimos cuarenta años, que vino a poner el contrapunto a la Imprenta Moderna, de toda la vida. Hace unos cuantos años en Padre Isla abrió Híper Cimo, que daba al sector de papelería el rango de híper, en el que prima el autoservicio, y pronto se hizo un hueco especialmente entre los estudiantes en los días previos al comienzo del curso. Pues también el híper ha cerrado sus puertas para dejar el local a una empresa de banca. Lo que ya no es noticia es que cierren la gran mayoría de negocios dedicados a la venta y alquiler de viviendas y locales. La crisis del sector ha fulminado a estas empresas, que proliferaron como hongos en la época del boom y algunas se peleaban por aumentar su cartera de ofertas, pero a muchas de ellas las vacas flacas han obligado a colocar en sus propias instalaciones el cartel de «Se alquila». Las profesionales, que vieron empezar el despegue del sector, son las únicas que ahora mantienen el tipo.