Diario de León
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VICTORIA LAFORA
León

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CON RETRASO, pero aún a tiempo, los responsables económicos se han dado cuenta de que muchos españoles están atrapados en un instrumento que Hacienda se inventó para ayudar a la compra de una casa lamada «cuenta ahorro vivienda». Pues bien, estas cuentas se han convertido finalmente en una trampa para osos donde los sufridos ahorradores han invertido un dinero que no les sirve ahora para comprar una vivienda y, si no lo hacen, tienen que devolver todas las deducciones fiscales de las que se han beneficiado en los cuatro años que dura el plan. Solbes y su equipo han caído en la cuenta de que, tras el esfuerzo del ahorro, ninguna entidad presta ahora el dinero que le falta al ciudadano para completar la compra del piso y encima las hipotecas se conceden con cuenta gotas. Ante tamaña injusticia el secretario de Estado de Economía, David Vegara, adelantó en un desayuno con periodistas que se ha decidido aumentar de cuatro a seis años el plazo para comprar una casa utilizando la «cuenta ahorro vivienda». Esta es una solución que llega directamente al bolsillo de los ciudadanos que maldita la culpa que tienen de los excesos de las compañías inmobiliarias y de que la crisis les deje sin créditos. Pero no todos parecen contentos con la medida. Los promotores, que han visto cómo, según los datos del pasado mes de agosto conocidos ayer, la compraventa de viviendas cayó más de un treinta y seis por ciento, han puesto el grito en el cielo porque esta ampliación de plazo va a hacer que se vendan todavía menos pisos. A los ahorradores este plazo de dos años les permitirá esperar a que lleguen tiempos mejores, ya que el euríbor va a cerrar el mes de octubre en el 5,2%, pese a la bajada de tipos de interés, y eso supone tener que pagar cincuenta euros más al mes por la hipoteca. Frente a los excesos de las empresas inmobiliarias, que creyeron que el «maná» no iba a tener fin y de las entidades financieras (no las españolas) que concedieron hipotecas basura sin respaldo ninguno, sólo para engordar los «bonux» de sus directivos, hay que defender y proteger a los ahorradores particulares a quien el desastre ajeno ha pillado de por medio. Cuando termine la crisis, y nadie ve el final del túnel, una de las lecciones debe ser la necesidad de regular los mercados, pero también la de incentivar, estimular y proteger el ahorro por encima de los especuladores.

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