Diario de León

A ESGAYA

A vosotros, especuladores

Publicado por
EMILIO GANCEDO
León

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BUENA LA habéis hecho. No sé si todos, pero sí muchos, muchos de vosotros, señores constructores. Ahí estáis, con vuestros todoterrenos respingones, vuestros chalets mofletudos y vuestras corbatas de fantasía. Quizá con alguna que otra preocupación que otra, pero ahí estáis. Y a vuestro lado, un porrón de casas a medio hacer, un sinnúmero de edificios vacíos, una ciudad sembrada de tantos lastimosos carteles de «se vende» y «se alquila» que casi parece leerse en ellos «un comprador, por el amor de Dios». Un urbanismo desquiciado. La depredación de los montes, los regueros, las presas y las choperas. Amigos, no os lavéis las manos. Habéis sido voraces, habéis sido carniceros, nunca os habéis visto hartos. No me vengáis con la excusa de que así está el mercado, el sistema, el municipio o la virgen del Castro. Existe una cosa que se llama racionalidad, y la racionalidad -a la que quizá deberíamos declarar, desde ya, en peligro de extinción- dicta que los crecimientos deben ser progresivos y acumulativos. Si existen ruinas en el centro mismo, si existen solares, si existen zonas que deben ser saneadas y reurbanizadas; y, sobre todo, si no hay gente, si no hay demanda real, ¿a qué viene esa obsesión por construir sin cesar, por extender las ciudades con una urgencia enfermiza y peligrosa? ¿a qué urgir a las familias a comprar, a comprar -de todo-, pero también, y rápido, viviendas, adosados, terrenos, palacetes, villas, trasteros, fincas, chamizos, quintas, lo que sea, y empantanarlos de por vida? Pues porque esa es la mejor manera de tener a la ciudadanía bien atada, preocupada y alejada de pensamientos libres que tanto daño pueden hacer a «su» sistema. Y porque eso permite seguir amasando, seguir embolsando, seguir devorando. El sueño de los constructores sin escrúpulos, del implacable engranaje bancario y de las componendas del politiqueo local ha producido el monstruo terrible de la especulación. Un monstruo que ahora, como vemos, se está ahogando en su propia sangre. Por favor, no volváis a arrastrarnos en esta locura.

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