El valor del patrimonio industrial

EL PASADO fin de semana asistí, como ponente, a uno de los foros de debate de la VIª edición de AR&PA, la feria de la restauración del arte y el patrimonio de Valladolid. En el amplio recinto de la feria numerosos expositores de muchas comunidades autónomas, algún país extranjero y varias empresas dedicadas a la restauración ofrecían una muestra amplia del rico patrimonio y de los proyectos e iniciativas que se llevan a cabo para restaurarlo, conservarlo y ponerlo en valor. Al mismo tiempo, en diversos espacios acondicionados para ello, se celebraban un congreso y varios foros de debate sobre numerosos aspectos del patrimonio, referidos especialmente a su gestión. Este año, uno de esos foros estuvo dedicado al patrimonio industrial, en una jornada realmente intensa y fructífera. Por la mañana se abordaron temas relativos a su concepto, límites cronológicos y a la metodología para su inventariado y estudio, por expertos como Miguel A. Álvarez Areces, Pedro Pablo Ortúñez y yo mismo; por la tarde, se explicaron proyectos e iniciativas concretas referidas a la rehabilitación y gestión de algunos bienes industriales, a los que se les ha dado nuevos usos, especialmente el de su musealización, en los que intervinieron Eusebi Casanelles, José Ramón Fernández, Roberto Fernández, y otros. Aunque todavía el patrimonio industrial crea algún recelo en ciertas personas que no ven en él más que edificios en ruinas, sin mucho valor estético o arquitectónico, es evidente que en estos últimos años la conciencia ciudadana sobre el valor de dicho patrimonio sobrepasa todas las expectativas. Ha sido esa nueva conciencia social la que está obligando a las administraciones a preocuparse cada vez más en la protección legal de dicho patrimonio, así como a su inventariado y, en muchos casos, a su puesta en valor. De hecho la Junta lo ha incluido en el plan PAHIS 2004-2012, está elaborando un libro blanco sobre el mismo y se han realizado o se elaboran los inventarios de varias provincias de la comunidad. Es sin duda un paso importante, pues en pocos años lo tendremos todo inventariado y catalogado. La razón de este interés por el patrimonio industrial está sin duda es su valor histórico, pues se trata de una fuente imprescindible para el conocimiento de la historia de estos doscientos últimos años; pero también constituye una importante fuente de recursos económicos. No sólo la rehabilitación de viejas fábricas, permite adecuar sus edificios para nuevos usos, muchas veces sociales o culturales, sino que su musealización puede constituir un valioso recurso turístico en determinadas comarcas. Es lo que hemos visto con el museo de Sabero, que nace por una iniciativa pública para paliar, en parte, los problemas económicos tras el cierre traumático de sus explotaciones mineras. Algo semejante ocurre en Ponferrada con el museo nacional de la energía aprovechando los viejos edificios de las centrales térmicas de la MSP y de Compostilla I. Las disputas entre Ciuden y el ayuntamiento de Ponferrada, al margen de consideraciones políticas o partidistas, no pueden ocultar el interés tan grande que un museo de estas características puede tener para la ciudad. El director general de patrimonio manifestaba en la clausura de este foro la decidida apuesta de su dirección por el patrimonio industrial, hasta el punto de anunciar como primicia que la próxima feria se dedicaría sino íntegramente al mismo, si se le daría una mayor relevancia. Es una buena noticia.