El objetivo principal es la Alcaldía de León

LO DIJO doña Isabel, y se sabe que cuando doña Isabel dice que va a por la Alcaldía de León, lo que dice va a misa. Y es que tanto los unos como los otros, todos los grupos y grupúsculos de la Ciudad de los Guzmanes están dispuestos a dejar la piel y el páncreas por ocupar el puesto que, por ahora, tienen allí los compañeros y sin embargo amigos de don Paco. Se anuncian elecciones y con ello se advierte que el mundo, nuestro mundo, puede cambiar. Por ejemplo, podremos, mediante nuestro voto, transformar lo de las vicealcaldías en un juego menos complicado y dejar las cosas como estaban en los buenos tiempos. La pelea se anuncia dura, porque en León, señoras y señores, el que no ambiciona una Alcaldía se queda en concejal para todos los usos y más vale, se asegura, edil por conocer que el bien conocido y desaprobado. El gran papel que juega León en el nuevo Comité ejecutivo municipal obliga a repasar la formación actual del Municipio y a imponer alguna de las reformas que las circunstancias ofrecen. No se puede no se debe, seguir rigiéndonos por formulaciones políticas que ya no pegan y que en puridad están demostrando únicamente la enorme capacidad de los actuales señores del Concejo, para manipular puestos y soldadas en detrimento de la razón y de la conveniencia, ante la composición de actores políticos que ni se saben el papel ni están en condiciones de aprenderlo. Alguien o algo les aconsejó en su tiempo de que se presentaran para cubrir el puesto que, según ellos, tienen allí. Y lo hicieron y como el sistema electoral resulta además de atrabiliario un tanto irracional, cada uno cubrió el puesto que le asignaron, firmó la nómina por el importe que establecieron, los tiranosaurios de los dineros. Y ahí se acabaron los compromisos y los trabajos de Hércules. A cobrar cada mes por una cuantía sin duda superior a la concedida a los albañiles tanzanios. Y los que no dispongan de auxilios legales, que reciten el texto de «Los cuarenta ladrones», que es a lo que se entregan rumanos, gitanos, marroquíes y de más gente de mal vivir. Porque ni el Estado ni el Municipio dan para más y si el miedo del Concejo actual a perder el poder, se incrementara, lo más seguro es que los afectados por el recorte impusieran nuevos impuestos o tasas a fin de tranquilizarse... Se habla y se escribe de conseguir un cierto músculo financiero que permita intentar un cambio, pero nos tememos que este modo de reformar, mejorando el sistema actual, no será posible, ya que se impondrían las mayorías formadas por rumanos, gitanos, moros y cristianos recién llegados en patera, los cuales con toda la razón del hambre intentarán formar partidos moriscos, tanzanios o rumanos para desde estas formaciones ejercer toda la autoridad que se necesita para poder vivir en paz. Por lo cual se demanda un cambio. O dos cambios: Uno de forma y otro de reforma. ¡O morir en el empeño!