Al rescate

OBAMA ha proclamado que una de sus primeras iniciativas será presentar un plan de salvación para la clase media estadounidense. Enseguida, Sáenz de Santamaría, ha exigido que Rodríguez Zapatero también mande un 7º de caballería en rescate de la nuestra. Pues aquí les esperamos, la clase media, y la media de la media. Que venga rápido, al galope, porque los indios ya han empezado a arrancar cabelleras, y no están respetando ni a los calvos. A mí que me rescaten la confianza en la economía, que las demás ya me lo rescata cada día el amor de mi mujer. «Eres más lento que el caballo del malo», decíamos de chavales. Las cabalgaduras que vengan a socorrernos el bolsillo ¿serán las de los buenos, es decir, babiecas como alvias, o, por el contrario, se quedarán en amago de cuadrúpedos? Porque cuando de socorrer se trata, no basta la intención, además hay que llegar a tiempo. Ahora, a los del crack del 29 les podemos dedicar una calle, pero salvación, lo que se dice salvación, ya poca. Aparecer en el último minuto, era una de las improntas del glorioso regimiento; por ello, si no es mucho pedir, que el nuestro salga un poco antes, porque nos urge. Pero para que el 7º aparezca hay que creer en su existencia, y aquí aún andamos debatiendo si recuperar a los serenos. A mí que me rescaten la confianza en la economía, y a ésta su confianza en mí, pues todas las otras confianzas ¿quién puede rescatárnoslas sino el amor, la amistad y demás épicas cotidianas? Vivimos tiempos extraños, aunque no nuevos; todo ha ocurrido ya antes. El escenario es distinto, pero el blues es el mismo. Sin embargo, no desesperemos. Un momento, ¿no oyen una corneta a los lejos?, ¿es el 7º que llega a rescatarnos o, ay, son los papones ensayando? Reír es gratis. Y no cotiza en bolsa.