CRÉMER CONTRA CRÉMER
Notas de Arte (Vela Zanetti)
Y bajo esta tensión, que es como una revelación, como un Pentecostés mágico, el creador recurre al símbolo sacerdotal de las manos. Porque las manos constituyen, en el rito antiguo de las religiones, los caños con cinco chorros por donde se transmiten las sangres, los fervores, la comunión de las almas. En la copiosa iconografía zanettiana, las manos han jugado siempre una función esencial: Manos de guerreros y de campesinos; manos de mujer y manos santas, tremendísimas manos curiales mensajeras del pan eucarístico, alentadoras del fuego del conocimiento arrancado a la tierra y empujado hacia lo alto, como el homenaje del Hombre al Creador Supremo. La pintura de Vela Zanetti, en ésta su obra más sacramental, a la que, según propia confesión, se entregó con verdadera angustia y en la que dejó estampadas sus más claras y sacrificadas convicciones artísticas, aparece como hollada por una fulguración de color -apenas revelada-; está tratada con una técnica cuidadosa, apurada, como si el autor hubiera querido, a fuerza de entrañar la materia, producir la sensación de que la pintura no es un elemento adherido, suplementario de la piedra, sino que nace de ella, brota de sus fundamentos. Aquí, las formas vuelan, el color se adensa, los símbolos se fundamentan. Y las manos sacerdotales se inscriben en el ceremonial de la santificación del pan y del conocimiento. «La mano es la herramienta del alma, su mensaje, y el cuerpo tiene en ella su rama combatiente... Alzad, moved las manos en un gran oleaje, hombres de mi simiente...» .