La mujer del César

CREO que la mayoría de la gente desconoce el origen y, sobre todo, el final de la historia que dio lugar a la socorrida frase sobre el mujer del César. Me parece oportuno recordarla. Todo partió de una broma protagonizada por un excéntrico aristócrata sin muchos escrúpulos, llamado Publio Clodio. Durante la celebración de unos ritos religiosos exclusivamente para mujeres, celebrados en casa de Julio César, el tal Clodio entró disfrazado de mujer, pero sus palabras le delataron y fue denunciado. Tal broma le costó un juicio por sacrilegio del que se libró por los pelos mediante sobornos. Se dijo que la broma pudo efectuarla por la complicidad de la mujer de César, Pompeya, con la que según rumores se entendía. El marido defendió públicamente a su mujer, pero a continuación la repudió divorciándose de ella, pues la mujer del César debe estar por encima de toda sospecha: no sólo ha de ser honesta sino que además debe parecerlo. Guardar las formas en política es algo que ya no se lleva. El grado de prepotencia y de engreimiento de la casta que nos gobierna -ningún partido político se salva, aunque aún hay diferencias- ha llegado a límites insospechados. Su poder y sobre todo sus sueldos e ingresos son verdaderamente obscenos. La prensa publica estos días noticias escandalosas de gastos suntuarios en arreglos de despachos, adquisición de coches de la gama más alta, y aumento de asesores y sueldos de los cargos públicos. Los casos de la vicepresidenta Fernández de la Vega y Touriño en lo de los despachos; Benach, presidente del parlamento de Cataluña, Touriño presidente de la Xunta de Galicia, o simples alcaldes como los de Logroño y Calatayud en lo de los coches de lujo; los 500 asesores del presidente Zapatero, la subida de 5.000 euros anuales a 68 altos cargos de la Junta del Principado, y un largo etcétera son solo la punta del iceberg de una política inmoral. Todo esto lo permiten los partidos y ni siquiera lo ocultan. A ninguno se le ocurre criticar ni repudiar a sus correligionarios, incluso lo fomentan colocando a los suyos, como hemos visto en el caso de la diputación socialista de Almería, por no hablar del Ciuden en Ponferrada. Esto lo hacen en un contexto como el que vivimos con casi tres millones de personas en paro; cierres de empresas todos los días por Eres más o menos interesados o porque los empresarios no pueden aguantar más por falta de pedidos o de financiación; y miles ciudadanos asfixiados por las deudas e hipotecas. Estos días se habla de colas de personas cada vez más largas, no de pobres de solemnidad como se decía antaño, sino de trabajadores en paro que acuden a las instituciones de la Iglesia, como Cáritas, para poder terminar el mes o para alimentarse. M e pregunto si las excusas, presiones o zarandajas del alcalde socialista de León y sus socios leonesistas para oponerse a la fusión de las Cajas de Ahorros de la Comunidad no se deberá al momio de los ingresos y poder que les proporciona el formar parte de los consejos de administración de las mismas. La impresión es que no les interesa mucho si tal fusión es necesaria técnicamente ante las dificultades financieras de algunas de ellas o de todas, sólo si seguirán o no cobrando los muchos miles de euros que reciben por formar parte de los mencionados consejos. Mucho me temo que con la creación de una fusión virtual, como pretenden, en lugar de desaparecer éstos se aumentará con uno más, aún con mejores sueldos, en el que colocar a otros compinches. Esto es verdaderamente obsceno y la democracia se pervierte en una oligarquía.