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DEBO DEJAR señalado que el título, en parte, lo he tomado de otro que para una de sus «tribunas» propuso un buen leonesista que ya no está entre nosotros. Aludo a David Álvarez. La Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León, ya sólo está en el recuerdo de los leoneses. Caja España es otra cosa. Y ello lo quieran o no reconocer sus dirigentes y los políticos que se han sentado en sillones de privilegio remunerado. Fue algo más que un cambio de logotipo lo que Caja-León, último nombre de nuestra Caja, hubo de ceder cuando, desdeñando al león rampante, símbolo y seña de los leonés, adoptaron el toro que venía a cornear nuestro orgullo de ser leoneses. Anulando ese símbolo, el que había presidido nuestros ahorros, se llevaron un jirón de nuestra identidad que evidentemente subyacía bajo el distintivo o emblema. En el libro: La Lenta Agonía de la Identidad Leones a, que el próximo día 19 voy a presentar en el Instituto Leonés de Cultura, hay un capítulo que dedico a los símbolos, ésos que tanto cuentan en la vida de los pueblos. Es triste tener que defender el símbolo de un sentimiento, el leonés en nuestro caso, porque alguien, que se intitule leonés, lo quiera ignorar, deslucir o relegar. Los símbolos movilizan los sentimientos y transponen las ideas, digo en sus páginas, por ello duele sobremanera la incomprensión que el gesto aquél conllevaba. Y aún perdura. Bandera y escudo son los símbolos por antonomasia, no son un invento de los leoneses, aunque sí, probablemente, seamos los más veteranos del suelo hispano en emplearlos con autoridad medieval, buscando que ellos nos representen. ¿Acaso creían, los dirigentes de Cajaleón, que no estaban obligados a consultar a sus impositores leoneses, los que con sus ahorros habían aupado e impulsado la institución, qué les parecía ceder o relegar su símbolo? En cuanto al tema económico se nos podía haber vendido la fusión o confusión con otras cajas, como algo conveniente, aunque siempre nos quedaría la duda de ¿para quién? Pero el símbolo del honor sentimental de un pueblo, podía no ser ni tan siquiera negociable, por ello uno y otro fueron hechos a la brava. «Nuestros políticos» no tienen ni un ápice del pundonor de otros, en los que levantaría ampollas, no ya que les anularan el símbolo de su pueblo, sino tan sólo el simple hecho de que alguien osara proponérselo. Pero ya sabemos, los de aquí, han estado barriendo para afuera desde los primeros compases autonómicos, según les exigían sus correspondientes partidos. Y las Cajas, las apetitosas Cajas, venían a ser puestos de trabajo tan novedosos como golosos, además del poder que a ellos tanto les gusta. El último presidente de la actual Caja España, y es de León, apenas se hubo asentado en la presidencial poltrona, se apresuró a decir: «la provincia de Valladolid debe ser prioritaria». «Esa provincia es un tema prioritario para nosotros» ¿Por qué y para qué?, tuvimos que nos preguntarnos y debimos preguntarle los leoneses de haber tenido oportunidad para ello. Pero no quedó ahí la cosa, añadió: «¡Hay que abrir allí oficinas»! Para qué, ¿para crear puestos de trabajo? Claro, como Valladolid está dejada de la mano autonómica, y todas las instituciones de la Comunidad allí ubicadas no les dan ni trabajo ni dinero, hay que ir con los caudales leoneses en su socorro. Vaya ironía señor presidente. La actual coyuntura económica, por aquello de no hay mal que por bien no venga, les está favoreciendo a los políticos autonomistas del ente llamado Castilla y León para tratar de consumar la fusión de las Cajas, controlarlas desde Valladolid y terminar de hundirnos en la nada identitaria a los leoneses. Lo peor es que en León, los leoneses parece que no queremos enterarnos que el ente sigue y persiste en su afán de anularnos como tales. Volvamos a los símbolos. La obediencia de los políticos del PP leonés, a sus superiores, a los que ellos llaman regionales, los autonomistas que nos gobiernan, es tan ciega que siguen sus instrucciones sin ningún tipo de prevención personal. Y a los del PSOE leonés, en el Ayuntamiento de la capital, que están hablando de lo regional leonés, e incluso de una supuesta diferenciación identitaria leonesa, que es de agradecer aunque sea dicho con la boca pequeña, cómo no se les ha ocurrido comprobar que en los coches y motos de la policía local de Valladolid no está presente el escudo autonómico, y aquí, en los de la capital leonesa, va el escudo autonómico bien visible. Puede ser que desde el ente hayan llegado las pegatinas simbólicas autonómicas que a tontas y a locas se aprestaron «nuestros» ediles a que se colocaran con ciega prontitud. Y si con ellas había que tapar nuestro león rampante en solitario, pues se tapaba. Y no es necesario que esto se haya hecho físicamente, con ejecutar su colocación sin prejuicio sentimental alguno, es igualmente doloroso.