CRÉMER CONTRA CRÉMER
La fe mueve montañas
Y NO HIZO más que terminar de decirlo y se sintió salvado. No solamente en su integridad y en su futuridad, sino en lo que estimaba de mayor valor: en la seguridad de las consecuencias, dado que un ser humano sin fe, supone andar en dificultades con la esperanza, y no le corresponde absolutamente ninguna posibilidad de alimentar la caridad como instrumento generoso para la convivencia. Quiero descubrir por si no lo se sabe lo suficiente que para optar a un puesto de responsabilidad, a un cargo político y a una función valedora de la función pública: sino se comulga con la misma doctrina que el jefe de la partida y no se afirman los mismos principios políticos sociales y culturales que los que mantienen las figuras principales del retablo, no hay ni la más remota posibilidad de salvarse. Así es que cuando la ilustre Consejera de Hacienda de la Junta de la autonomía de Valladolid, en la que aparece inscrita la zona de León, el Viejo Reino, Doña Pilar del Olmo esclareciendo la situación por la que pasamos los unos y los otros y los de más allá, con la crisis y los desvíos de los países egemónicos, que ya no convocan a sus reuniones plenarias ni al presidente del Gobierno de la España desacelerada, digo, quiero decir, que cuando llegó a nosotros, siempre tan atentos a las palabras luminosas de la señora consejera, se nos abrieron los cauces el conocimiento y consecuentemente llegamos a la conclusión de que no es rigurosamente cierto que muchos de los figurones del retablo político hispánico sin saber lo que se traen o se llevan entre manos y que los problemas con los que se enfrentan denotan calidad y constancia. La ilustre señora consejera de Hacienda por algo habrá obtenido el cargo que obtiene, cuando dice: «La cosa va peor de lo que esperábamos» y aunque la explicación no sirve para aplacar nuestras angustias existenciales sirven para adquirir motivos de mayor alarma. Naturalmente como de lo que se trata es de contener la catarata del gasto, se espera que desde los señores ministros, hasta los pedáneos de la provincia deberán recortarse los gananciales y someterse libremente a un ejercicio profundo de ahorros nacional. Quizá era necesario que un personaje verdaderamente influyente y preparado emitiera el juicio decisivo. Y Doña Pilar se apresuró a hacerlo: «El presente ejercicio, vino a decir y dijo, se cerrará con déficit». Al escuchar la afirmación, la España militante abrió la boca sometida a un movimiento de pasmo y aceptó que, efectivamente, terminaremos con un déficit que no se le va a saltar ni el más ágil de los gitanos del país. Y esto es lo que estamos obligados a creer: Que vamos hacia el déficit total como las aguas de nuestros ríos se encaminan hacia el mar. Y como a los apóstoles aconsejara Jesús ante el paso de las aguas, no nos queda más que pisar por las piedras para salvarnos. ¡Y es que la fe hace milagros! «Viendo Juan que se hundía en las aguas del lago, clamó: «Señor, ayúdame! Y el Señor, cansado de las lamentaciones del discípulo amado le contestó: Hombre de poca fe. Las piedras están por algo...