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Publicado por
MARÍA J. MUÑIZ
León

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AL FINAL, la cumbre de Washington consistía en dejar constancia en foto de quién es quién en la economía mundial. Quiénes fueron y son menos, quiénes aspiran a ser y quiénes no estaban y ya no pueden faltar. Bonito panorama que está más para sonrojarse que para dejarse fotografiar. Al final España, con su flamante ránking de séptima economía mundial, consiguió estar, aunque le costara un huevo diplomático. Por lo que se ve, una cosa es lo que pinta el ránking y otra lo que se pinta en la toma de decisiones. El caso es que hubo foto y poco más. Fue una opereta que tuvo bastante más interés en sus preparativos que en sus resoluciones. Se dijo, sí, que era necesaria la capitalización bancaria; la transparencia para evitar ingenierías financieras como las que nos han dejado con estos lodos; más seriedad en las agencias de calificación que bailan al son de quienes las untan; mayor control sobre los productos financieros que no entienden desde luego los ahorradores, pero por lo que se ve tampoco los analistas;¿ Vamos, lo que tenemos más que oído en los últimos meses. Poco se dijo de lo que nos falta por oír: cómo se va a hacer todo esto. La conclusión de este vodevil coral es sencilla. La línea ideológica sobre la que refundar el sistema capitalista y financiero mundial no es más que la teoría de economía doméstica que aplicaba implacable mi abuela: quita y no pon, se acaba el montón . El despiporre consumista, que ahora se trata de reactivar a toda costa, consistió en seguir quitando mucho después de que el montón estuviera agotado, haciendo la vista gorda a la lógica. ¿Y ahora? Pues el despiporrador que lo despiporre, buen despiporrador será. De momento, poco más hay.