Diario de León
Publicado por
EMILIO GANCEDO
León

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ESTO DEL teleférico de Vegacervera es similar al tranvía de León y al monorraíl de Springfield. En los tres casos se trata de esconder, con un proyecto grandioso, fantástico o absurdo, las graves deficiencias de base que aquejan a todas estas localidades. Deficiencias que ninguno de sus gobernantes se han preocupado lo más mínimo por subsanar o acometer. Ni Luis Rodríguez, ni Paco Fernández, ni el alcalde Quimby. Que conste que, en principio, no estoy del todo en contra del tan traído y llevado teleférico montañés. El de Fuente Dé, en la vertiente santanderina de Picos de Europa, atrae a miles de visitantes al año y es conocido en prácticamente toda España. Pero el teleférico de Fuente Dé supone la culminación de todo un proceso de turistización masiva sufrido por aquella zona después (o paralelamente) de otro mediante el cual la oferta de ocio y cultura del valle lebaniego se apoyó en sólidos pegollos culturales. Es decir, en la ausencia de feísmo arquitectónico y en el cuidado absoluto de los pueblos, las vías públicas y los montes (no hay una uralita, no hay un plástico, ni una pared de ladrillo como aquí, todo es casona de piedra, teja y corredor de madera poblado de macetas y flores). En Vegacervera, en cambio, recibe al visitante un horrible polideportivo pintado de naranja y una serie de chalets que lo mismo podían estar aquí que en Cembranos. Vegacervera, con sus grandes casonas, sería hoy, si sus alcaldes lo hubieran querido o si hubieran viajado más, como las preciosas Bárcena Mayor o Carmona. Es preciso, pues, empezar por el principio. Por hacer algo que nuestros alcaldes no acaban de entender y que, aunque sea costoso, es imprescindible: recuperar el perfil tradicional (y los materiales, y los oficios) de nuestros pueblos: piedra arriba, adobe abajo, rodeados de verde ambos. Y entonces sí, equipamiento hostelero de calidad, pegado al terreno, y obras que atraigan. Porque la montaña leonesa, más que teleféricos, necesita restaurantes y hoteles (los que hay no dan a bondo), pero sobre todo cuidar su identidad, cuidar su gente.

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