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Publicado por
ESTHER ESTEBAN
León

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EL OTRO día el presidente del Gobierno, en plena avalancha de periodistas, perdió en los pasillos del Congreso uno de sus zapatos. Fue al concluir el debate de Presupuestos y a nadie pareció importarle el pequeño incidente salvo a él. «Me habéis sacado el zapato pero... bueno» dijo resignado. Cuando una periodista intentó explicarle que había sido él mismo quien al tropezar con la alfombra se había sacado del pie izquierdo su impecable mocasín el presidente se mostró molesto «No. Habéis sido vosotros que me estáis empujando», protesto. La anécdota puede servir de metáfora sobre lo que esta ocurriendo en la economía y con las cuentas generales del Estado, que se han quedado fuera de la realidad antes siquiera de salir a la luz, porque la crisis real está desbordando todas las previsiones. Dice Antonio Gala que la «exportación de hipotecas sucias y otros venenos USA ha jodido la marrana al mun do entero» y no le falta razón. Pero de tanto lamentar y mirar hacia el otro lado del charco, nos estamos quedando sin vista para ver de cerca lo que tenemos al lado. Todo el mundo coincide en que la crisis está desbordando hasta las previsiones más pesimistas; que no es un simple catarro sino una neumonía de caballo y el Gobierno -que inicialmente negó el diagnóstico- ahora pretende curarla con aspirina, cuando ni siquiera los antibióticos de ultima generación serían capaces de atajar el mal. El último sobresalto en el sector económico tiene nombre ruso pero no es Gazpron. Ahora es Lukoil, el gigante del petróleo quien pretende hacerse con un 30 por ciento de Repsol. Ahora no es una empresa publica sino privada, pero igualmente controlada desde el Kremlin y el objetivo es el mismo: hacer una operación estratégica encaminada a controlar el mercado español de la energía... El asunto es la comidilla del convulso mundo de la economía que observa cómo la compra del 20 por ciento de Repsol -adquirida por Sacyr y auspiciada por el Gobierno- ha sido un error teniendo en cuanta que la inmobiliaria, muy vulnerable financieramente, necesita vender con urgencia su paquete al mejor postor. En el tema hay opiniones encontradas dentro del propio Gobierno, ¿a quien hacemos caso al ministro Sebastián cuando dice que Repsol debe seguir siendo española y hará todo lo posible para que la operación no se concrete o la presidente cuando deja la puerta entreabierta a que los rusos se instalen aquí? En fin, a Zapatero además de salírsele el zapato, cuando se lo encaja de nuevo tiene dentro una china: La económica que no le deja dar un paso.