Diario de León
León

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HAY una parte de las guerras que no cuentan las crónicas urgentes, bañadas en sangre, brutalidad y luchas tribales o religiosas. Hay una parte de África que permanece oculta cuando se habla de crisis humanitarias, piratería y guerras civiles, de genocidios y limpiezas étnicas como la de la población pigmea (twa)en la República Democrática del Congo o la que se vivió en aquellos oscuros 100 días de 1994 en Ruanda, con el exterminio de un millón de tutsis y hutus moderados a manos de la población dominante hutu. Hay una riqueza en África que se disputan las multinacionales, en forma de diamantes o del ahora tan preciado coltan, aleación de columbita y tantanita cuyos frutos son unos potentes superconductores muy valiosos en la fabricación de teléfonos móviles y otras herramientas de las tan en boga tecnologías de la información y la comunicación (TICs). Y se da la casualidad de que estos dos minerales, hasta ahora anecdóticos, se encuentran en mayor abundancia en el centro de África, justo donde ahora mismo se vive la última crisis humanitaria del continente. Da escalofríos hablar por teléfono y no ya por la factura, sino por toda la oscuridad que hay detrás. Hace unos días se reunieron en León una serie de expertos de diversos que se afanan en definir el concepto de información y quizá sea una tarea más urgente de lo que parece. Porque la información, como saben bien los especuladores, es poder y riqueza. Pero, ¿quién tiene la información?, ¿quién controla la información?, ¿qué información necesitamos y es realmente relevante y trascendente para nuestras vidas? ¿cumple el periodismo su sagrada misión? Antiguamente, los toques de campana lanzaban unos mensajes muy concretos a la «tribu»: fuego, concejo, duelo, fiesta... Todo el pueblo entendía los tañidos. Hoy en día nos faltan códigos y claves para interpretar la realidad que nos afecta y se hace más necesaria una comunicación ética. Y no es que haya que volver al cuerno, sino mandar al cuerno a quienes nos fabrican el mundo de mentira.

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