CRÓNICA SEMANAL
La guerrilla reaparece en el PP
COMO esos brotes guerrilleros en algunos países, tan difíciles de erradicar, en el Partido Popular se aprecia actividad subversiva más intensa desde hace algunas semanas. ¿Por qué ahora?. La secretaria general, María Dolores de Cospedal, fue muy clara cuando se lo preguntamos: «Porque nos van bien las encuestas». Pero cuando lo dijo, no percibía que la insurrección iba contra ella misma. Ha sido su antecesor en el cargo, Francisco Álvarez Cascos, el que arremetió contra ella en un colegio mayor de Madrid. No es fácil digerir, al menos para algunos sectores de la derecha, que una mujer sea la secretaria general, que otra sea la portavoz parlamentaria y una tercera la secretaria de organización. En la Cope trataron de crucificarlas, especialmente a Soraya Sáenz de Santamaría, pero resistieron. La salida previsible, al ver que no se asustaban, era echarse al monte. Bastante lío, por cierto, tiene Álvarez Cascos con la constructora Sacyr que lo ha citado ante los tribunales por difundir, supuestamente, un mensaje telefónico anunciando la suspensión de pagos de la compañía para después de las elecciones, lo que provocó, aseguran, una fluctuación de su valor en Bolsa. Su comparecencia es ilustrativa. «Nunca jamás escribí yo ese mensaje», declaró el ex vicepresidente del Gobierno. «¿Se lo envió desde su teléfono a un amigo, ex alto cargo de Renfe?», le preguntaron. «No lo recuerdo». No hay más preguntas. Pero en Madrid no se ha vivido sólo ese episodio esta semana. La muerte de un joven estudiante, Alvaro Ussía, a manos de un portero de discoteca, o asimilado, ha desencadenado un cierre de locales con irregularidades, ordenado por el alcalde Alberto Ruiz Gallardón. No es la primera víctima de los matones de discoteca y en Barcelona recuerdan el caso de ecuatoriano Willy Pacheco, que terminó cadáver en aguas del puerto, pero es que el local madrileño donde se produjo el acto delictivo acumulaba más de 50 denuncias por irregularidades y malos tratos. La prensa que apoya a Esperanza Aguirre en su particular batalla contra Ruiz Gallardón, que intuye sus movimientos para postularse al cartel electoral contra Zapatero, lo ha aprovechado para tratar de debilitar al incombustible alcalde. En Madrid, al parecer, no se podía abrir un local en tiempo razonable sin sobornar funcionarios, y de ahí la Operación Guateque, pero el alcalde escapó hábilmente. Antes, en un debate televisado, el hoy ministro Miguel Sebastián le sacó al alcalde la fotografía de una joven abogada, empleada del corrupto Roca, procesado en la Operación Malaya, preguntándole por algunas recalificaciones de edificios singulares en Madrid brillantemente obtenidas por la letrada. El alcalde, para pasmo general, admitió una relación personal con la letrada pero negó cualquier interés económico. Un artista. El PSOE madrileño admite que aún con ese impagable material es incapaz de erosionar al alcalde. «Nosotros hemos tenido una racha de mala suerte en Leganés -admite su alcalde- con el asesinato de una ciudadana china y encima nos descargaron un muerto en la M-50, en nuestro término municipal, que se comprobó que había fallecido antes y en otro lugar. Pero la prensa se ceba con nosotros y el alcalde de Madrid siempre sale inmaculado». Eso debe doler al periodismo esperancista y de ahí la insurrección de titulares contra Ruiz Gallardón. Pero menudo es el alcalde. ¿Homicidio en un local?. Que se cierre. Y de paso otros cuatro más. Mientras, la presidenta de la Comunidad se ha puesto a dictar ordenanzas para regular a los porteros de discoteca en una carrera para poner orden y concierto en la vida nocturna madrileña. Todo esto puede parecer una crónica municipal o de sociedad pero no hay que confundirse. Estamos ante dos batallas políticas de calado : la del sector duro del PP -Aznar y Cascos- contra la dirección marianista en la persona de la secretaria general y la de Esperanza Aguirre, que pertenece al mismo grupo, contra Alberto Ruiz Gallardón, integrante de la dirección actual y candidato de repuesto. La guerrilla ha reaparecido solo cinco meses después del Congreso de Valencia. Atento Mariano que vuelven.