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Publicado por
León

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PARA UNA VEZ que viene uno al mundo conviene darse cuenta de cómo es. Por eso es bueno darse una vuelta, aprovechando que es redondo. Aunque nos hayan advertido de que todos los males del ser humano provienen de no saber quedarse en su habitación -lo dijo Blas Pascal, punto también redondo- nos gusta mudarnos de sitio, que está demostrado que es más fácil que mudarnos de costumbres. La gente de ahora es más móvil. «El hombre que antes era un árbol, es ahora un río», dijo otro Blas, el gran Blas de Otero. Los folletos de turismo son el gran serial y todos coleccionamos el novelón por fascículos. ¿Dónde iremos este año? El caso es irse. El deseo es conocer mundo. Pues bien, el dramático episodio de Bombay puede mermar la afición viajera. Más de 160 muertos residenciales quizá inviten a la reflexión. Ha amanecido una nueva modalidad de terrorismo urbano, pero sería desastroso pensar que habría que quedarse en casita aunque lloviera. Sobre todo para nosotros, que en gran parte vivimos de que vengan a vernos para comprobar que la hospitalidad sigue siendo una de nuestras máximas virtudes, siempre que los visitantes, entre tantos medios de comunicación como existen, no hayan escogido ni la patera ni el cayuco. Fuerzas de élite indias han aplastado los focos últimos del terrorismo, pero esos focos existen porque no se ve la luz por ninguna parte. No puede haber una industria turística floreciente si no florece la paz. El sueño kantiano de la paz perpetua no es sólo una aspiración moral, sino una conveniencia económica. Los turistas siempre han considerado fotogénica la miseria, pero los nativos saben que vivir en uno de esos rincones típicos que reflejan las postales no es lo mismo que retratarlo.