Derroche de luces
LA INMINENCIA de las fiestas navideñas, añadida a la crisis económica que se aprecia por doquier, está sirviendo para un anticipo del debate sobre los gastos renunciables que tiene ante sí cualquier responsable de políticas municipales o nacionales. ¿Se puede prescindir de esos efectos lumínicos, costosos sin duda, cuando el número de parados se viene incrementando en cifras desoladoras y a menudo muy escandalosas? En realidad, el gasto en luces es uno más de los que las corporaciones locales tienen «de plena disponibilidad» y sin tener que someterlo a la consideración de nadie más, como sucede con los muy a menudo gastos de las fiestas patronales, en las que también resulta fácil comprobar el despilfarro y gasto absurdo en capítulos perfectamente prescindibles. ¿Puede un municipio con centenares de vecinos en paro permitirse el lujo de encender algunos millones en pólvora de fuegos artificiales, o en corridas de toros por medio del pueblo?
El episodio de las delegaciones de políticos, empresarios y eurodiputados que coincidieron en Bombay con la serie de atentados terroristas de los últimos días también ha forzado a esas mismas consideraciones: ¿Quién está capacitado para dar su aprobación a esos viajes suntuosos y gratis total para promocionar una ciudad, y en los que participan políticos locales, parlamentarios, e incluso empresarios, y que no cabe duda alguna de que cuestan un dinero abundantísimo, a cargo de los contribuyentes? Por las crónicas del atribulado viaje a Bombay nos hemos podido enterar de que no pocos de los viajeros iban acompañados de esposas, o de esposos, y nada hemos sabido sobre eventuales efectos beneficiosos que ha podido tener una excursión de esa naturaleza en los ingresos de la ciudad.
¿Les falta por visitar alguna ciudad a cargo del sufrido contribuyente a quien se le encarecen de año en año los tributos, impuestos y tasas de toda especie? ¿Quién pondrá freno, salvo acaso el miedo al terrorismo internacional, a estos desmanes incontrolados? Las embajadas turísticas de Carod Rovira o de Esperanza Aguirre, de Touriño o de Marcelino Iglesias, uno a favor de la promoción de Cataluña y la otra de Madrid, de Galicia o de Aragón, tienen un mismo pagano, el de siempre, ya bastante harto de no poderse pagar sus propios caprichos porque hay que pagar los del político de turno...