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Publicado por
León

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ME entristece analizar la realidad en la que vivimos y hacer visible lo que nos quieren ocultar detrás de los juegos de poder hechos con ritos y palabras. Por ejemplo, hace 30 años que nos cuentan los milagros que nos dicen que ha hecho la Constitución. Pero una cosa son los cuentos y otras las cuentas, y sobre todo si lo que nos dicen no concuerda con la realidad que vivimos la mayoría. Es lógico que a Bono se le caiga la baba hablando de la Constitución,

puesto que le concede más prestigio y más salario del que merece: cobra más de 17.000 euros al mes, más dietas, y recibe honores. Es lógico que ensalcen la Constitución aquellos a quienes ha permitido gozar de poder y privilegios. Pero no es igual que nos digan que es la Constitución de todos, porque no es verdad, que todos tenemos que acatar lo que dice la Constitución. Pero no sólo eso, los gobernantes que hemos tenido durante los treinta años de vigencia de la Constitución, no nos ha demostrado interés por gobernar para mejorar la cultura democrática ni por disminuir las diferencias sociales, todo lo contrario, casi regalaron las empresas públicas (Endesa, Telefónica, Repsol, por citar alguna, a grupos de poder) y tenemos más de ocho millones de pobres. Otro ejemplo de desigualdad: en Francia y otros países, el salario mínimo está por encima de los 1.200 euros. En España son 600; y Zapatero alarde

a de que quiere elevarlo hasta los 800.

Sabemos que esta Constitución fue un apaño. No es una Constitución democráticamente limpia puesto que el régimen franquista impuso la pieza fundamental del Estado. Por otro lado, segmentar la sociedad en 17 partes, no ha contribuido a la igualdad, todo lo contrario, ha fomentado las desigualdades y, además, fortaleció la cultura y la ideología de las nacionalidades, que tiene mucho que ver con la causa de que un colectivo amplio haya cultivado el separatismo y legitimado el terrorismo. Lo que demuestra que un país esta bien gobernado, no es hacer carreteras o poner más jardines en las ciudades, el progreso cualitativo se mide por el nivel cultural y educativo de la sociedad y especialmente po la calidad de los servicios sociales y el nivel científico de las Universidades. Y de esto no podemos presumir. Ni nuestro progreso ni nuestra estabilidad social son obra de la Constitución. sino de la ciencia y de las tecnologías, no de discursos que se leen en sitios oportunos.