Cerrar
Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

TANTO citar a Bertolt Brech, que dijo eso de que «sólo hay una cosa peor que atracar un banco: fundar un banco», y ahora los estamos echando de menos. El dinero puede que sea un nómada, pero hasta los vagabundos se cansan y llega un momento en el que quieren sentarse. Ahora no le están ofreciendo a nadie hospitalidad. Ni siquiera refugio al peregrino. Les honra que, excepcionalmente, no pretendan desdibujar sus verdaderos propósitos y practiquen la arriesgada virtud de la sinceridad y han reconocido que han cerrado el grifo a empresas y familias. Lo que aún no han confesado es que el agua que sale de esos grifos mana de nosotros. Los tipos bajan, pero el euríbor se resiste a caer tanto como el muro de Berlín, aunque ahora se haya disfrazado de muro del mago Merlín y se habla de algo tan raro como «la refundación del capitalismo». Desde que los fenicios inventaron la moneda nadie tiene la menor dificultad para demostrarle su gratitud a otra persona, ni para someter a un grupo de ellas. Basta con cambiarles de nombre y en vez de esclavos llamarles, según las épocas, «productores», «proletarios» o «dignísimos asalariados». La encuesta publicada por el Banco de España admite lo que ya sabíamos todos de un tiempo a esta parte que nos está tocando vivir: que se han restringido los créditos a consumidores y empresas. Quien probó a pedirlos lo sabe. Dicho en otras palabras: que no hay quien suelte un euro porque prefiere tenerlos amarrados, no sea que se desmanden. ¡Qué tiempos aquellos donde había ventanillas pródigas y tan solícitas que sus ofrecimientos se adelantaban a nuestras solicitudes. Los billetes han desaparecido tan misteriosamente como «los papeles de Guantánamo» y los cautivos claman al cielo, que es sordo.

Cargando contenidos...