Un dramaangustioso
EL naufragio del pesquero portugués Rosamar a la altura de la costa lucense refleja hasta qué punto los riesgos que se corren faenando en el mar son en muchas ocasiones superiores a las medidas técnicas y a las decisiones que se adoptan para evitarlos. Así lo atestigua que un barco quede anclado por sus propias redes en medio de un temporal con olas de seis metros. Pero junto a la necesaria investigación de las circunstancias que han contribuido a la muerte de tres tripulantes y a la fatal desaparición de otros cinco, cabe destacar el reducido interés informativo que ha despertado una de las peripecias más escalofriantes que pueda imaginarse, cual es la muerte por ahogamiento de un grupo de hombres tratando de pescar en un mar embravecido.