La semilla del fascismo
HAY QUE TENER cuidado con ella porque es como las larvas de la termita: no se las ve, apenas se las oye (salvo un sordo runrún cuando aplicas la oreja) y cuando te quieres dar cuenta se te viene abajo la viga, la casa o el sillón Luis XVI. Creo yo que la semillina ésta se encuentra en todos y en cada uno de nosotros de una manera adormilada, como hibernante. Algunas personas rara vez desarrollan la enfermedad; en varias sale a relucir en momentos muy concretos; otras, en cambio, la alimentan abundantemente hasta que crece y engorda y se expande a otros hombres contagiando sociedades, instituciones, países enteros.
La semilla del fascismo es pequeña al principio y crece en el hombre sin que éste se dé cuenta. No tiene preferencias de clase, sexo, raza, nacionalidad o religión. El síntoma más frecuente y revelador de su presencia es el odio hacia algo o hacia alguien, esos odios profundos que se forman en momentos clave de nuestra vida, la adolescencia o la juventud, cuando queda fraguada la personalidad, y que rara vez aciertan a explicarse de forma del todo convincente. Cuando eclosiona, su versión más acabada es casi idéntica en todos los individuos «portadores»: lo que persiguen, lo que quieren, es obligar, coaccionar, imponer... por la fuerza (¿física o legal?) sus propias ideas a todos los demás, cubrir el ámbito completo de la sociedad, no dejar resquicios, huecos, ninguna otra sensibilidad.
Nadie detenta en exclusiva el monopolio del fascismo. Entero o en su versión más diminuta de «micro-fascismos», se da de manera constante y cotidiana en todas partes, diariamente. Pueden serlo los conservadores o la gente de izquierdas, los católicos o los ateos, los nacionalistas o los centralistas, los defensores de lenguas minoritarias o sus contrarios, los refractarios a la autonomía regional o los leonesistas... nadie está a salvo de esa picadura súbita que enciende el alma y la envenena. Saber detectarla a tiempo, saber desactivarla, es signo definitivo de madurez. Y si quieren saber más sobre ella, vayan al cine y vean
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