Otros goles
VALE, afirmar que Dios era del Real Madrid fue excesivo. Una licencia teológica, como pintar a los querubines tocando la bandurria. Lo que nunca haría es aventurar a qué partido político vota, pues, como es sabido, El vota en blanco. Pero sí, fue una afirmación desmedida, y necesitaré allí arriba un buen abogado. Dios tiene otras preocupaciones que seguir nuestra liga. Con su mirada contempla a todas sus criaturas y guarda silencio, el llamado silencio de Dios, que no es tal, sino un sentido más reposado de la respuesta, de las leyes de causa y efecto, por el que finalmente las piezas del puzzle siempre terminan encajando. Allí arriba, en la gran grada celeste, desde donde todo lo percibe a la vez pequeño y grandioso, nos contempla como un Quijote pensador, y de vez en cuando arquea el entrecejo. Qué extrañas criaturas, se dirá. Debemos de parecerle un planeta adolescente, en una edad del pavo que dura ya miles de años, y de la que no mostramos visos ni intención de salir. Un planeta con acné. Pero debajo de nuestros defectos, horrores y demás putrefacciones, de todo ese río de lava herida que somos, hay destellos de luz. Los jugadores del Madrid y del Barça se intercambiaron palabras de respeto, antes y después del partido, ¿no podrían los políticos comportarse con igual caballerosidad? Desde el PP se declaraba hace días que la máxima prioridad es recuperar el Ayuntamiento; alguien en el PSOE ha afirmado que el primer objetivo es ganar el gobierno de la Junta. Al parecer, en tiempos de crisis no hay más reto que el poder, conseguirlo o retenerlo. Prefiero el fútbol y su majestad en la victoria o en la derrota. Los de la política son otra clase de partidos y goles. Por cierto, ¿les he contado ya que Dios es seguidor de la Cultural Leonesa?