Nuestros huéspedes

ACONSEJABA el clásico tratar bien al visitante «por ruin que fuere». Conviene recordar que la palabra ruin no sólo acoge el significado de vil, bajo y despreciable. También el de pequeño, desmedrado y humilde. Los que llegaron con permiso de trabajo y no digamos los que llegaron con permiso de las olas en pateras y cayucos, son los que están pasándolo peor en estos tiempos de crisis. Pero sólo 767 inmigrantes han pedido el retorno voluntario que les permite cobrar el paro de forma anticipada si se comprometen a no regresar a España en tres años. Eso nos da una idea aproximada de cómo lo pasarán en sus países. «En cinco meses ganas lo que en África en cinco años», ha dicho uno de ellos.

Los que se resisten a irse y suspiran por tener el carné de esclavo están al borde de la desesperación, a pesar de su demostrada capacidad de aguante. Muchos duermen al raso por un jornal. En algunas ciudades andaluzas se han saturado los albergues, pero eso no es lo peor, sino que están ocupados todos los contenedores de basura. Tampoco hay plazas libres para la recogida de la aceituna y no puede irse cada mochuelo a su olivo, así que están obligados al éxodo. No hablamos de lo que está ocurriendo en la localidad llamada, por feo nombre, La Mojonera.

«Cuando se vaya la policía habrá que matar o morir», ha dicho un joven marroquí. Los morenos y los moros se llevan mal desde siempre, pero mucho más desde el asesinato de un subsahariano, acuchillado por un magrebí. No se les puede exigir una conducta intachable a los hambrientos. No vinieron a delinquir, sino a comer. Y les está fallando esta parte del contrato. En realidad si lo saben no vienen. Otros, aun sabiéndolo, prefieren incluso quedarse.