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León

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PREOCUPADOS como estamos por la crisis económica a veces pasamos por alto asuntos que sin embargo nos afectan a todos porque tienen que ver con el patrimonio cultural. Por ejemplo, en estos días hay dos polémicas que tienen que ver con la cultura, y que no son asuntos menores. Una se refiere el caso «Numancia». Y es que el ayuntamiento de Soria, con el visto bueno de todos los grupos políticos, ha decidido expropiar terrenos adyacentes a la zona arqueológica de Numancia. De manera que en este país los poderes públcios se gastan una millonada en decorar una sala de Naciones Unidas, y con la misma facilidad permiten que se destruya una zona arqueólogica de la importancia de Numancia, y todo esto sin despeinarse. Desde la Real Academia de Historia, la Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Unesco, pasando por colectivos vecinales de Soria, vienen denunciando esta salvajada que ha puesto en marcha el ayuntamiento de Soria, pero todas sus protestas vienen cayendo en saco roto. Ni la Junta de Castilla y León se da por enterada del despropósito, del atentado al patrimonio cultural despañol, ni tampoco el Ministerio de Cultura parece hacer nada al respecto. Y yo me pregunto por qué.

¿Es que no hay otro lugar en toda la provincia de Soria para construir un polígono industrial? Solo hay que viajar por Castilla y León para ver que está comunidad cada vez está más despoblada y si algo les sobra es terreno por todas partes, de manera que no se justifica que se tenga que construir un polígono junto a un yacimiento arqueólogico. La verdad es que no comprendo como el ministro de Cultura, César Antonio Molina, no da un paso al frente e impide el atentado que el ayuntamiento de Soria quiere prepetrar contra Numancia. Y ya que me refiero al ministro de Cultura, el segundo asunto que quería comentar es el de la revindicaicón del ministro para que el Instituto Cervantes pase a depender de su ministerio. Tiene razón el ministro. Sí, la tiene porque parece de sentido común que sea el Ministerio de Cultura quien se encargue de toda la acción cultural dentro y fuera de España. No tiene mucho sentido que el ministerio de Exteriores se encargue de los asuntos culturales fuera de España y el ministerio de Cultiura de los de dentro, lo que no quita para que sea necesario una perfecta colaboración entre ambos ministerios precisamente para ayudar a diundir la cultura española en el exterior. Molina no es el primer titular de Cultura que plantea está revindicación, y lo que no se entiende es que ningún presidente haya zanjado el asunto aplicando el sentido común.