Invertir en dignidad
ANTE la dejadez y pasividad de muchos, que se acogen a la disculpa de la crisis o de la quiebra económica para detener toda actividad creativa, surgen de vez en cuando héroes que, de manera milagrosa, vencen la hemiplejia de los mandamases piensamenos para situar la ciudad en el mapa de la cultura. Lo digo porque los miembros de Leteo han vuelto a regalar -”casi in extremis-” a los leoneses la oportunidad de entablar diálogo con algunos de los más importantes literatos del mundo. Este año, tras Houellebecq o Martin Amis, el genio visitante ha sido Adonis, demostrando que para gestionar la cultura nunca ha sido necesario el dinero. Priman la ilusión y la determinación. Y es que los integrantes de este peculiar club -”no voy a dar nombres porque la memoria es siempre injusta-” han demostrado que se puede no sólo vencer, sino también convencer en una ciudad tan endogámica e injusta como León.
Me lo decían hace algunos años: «Nuestro lema es: -˜Si no me dan una oportunidad, me la doy yo mismo-™». Ahí están para demostrarlo Azul de Metileno, que cuenta ya con quince títulos publicados, la colección de narrativa Relojero de Banaguás y, por supuesto, esa joya de nombre tan evocador como inefable:
... Grandes poetas y novelistas pero mejores personas, no han tenido necesidad de recurrir al halago vergonzante, apadrinados como están por el talento y el trabajo. Dice Victoriano Crémer que en sus hambres sólo manda él. Ese parece ser el lema de estos creadores que, nacidos en un país en el que la fama -”esa nada cogida al vuelo que dice Arrabal-” es la medida de todas las cosas, están encantados de no entrar en el juego de la pomada. Y es que, aunque no cotice al alza, ellos sí invierten en dignidad.