I will survive
LA provincia de León sobrepasa de nuevo, tras ocho años, la barrera más que psicológica de 500.000 habitantes. El padrón municipal aprobado ayer con carácter definitivo por el Consejo de Ministros es un pequeño balón de optimismo para terminar un año en el que hay que lamentar la escalada del paro, la recesión en la contratación y el cierre por ahogamiento de pequeños negocios y empresas.
No es para lanzar las campanas al vuelo, porque la cifra resultante de residentes en la provincia es 500.200 personas y tiene más posibilidades, si se cumplen los pronósticos de la crisis, de bajar que de subir. En un año atípico para lo que se acostumbraba a sacar de las estadísticas todas las provincias de la comunidad tienen resultados positivos y no negativos en sus padrones, excepto Zamora, que se queda como estaba y no creo que se lo pidiera a la Virgen.
Y ojo a otro dato de interés: Segovia y Burgos son las provincias que observan un crecimiento más significativo, incluso por encima de la media estatal, seguidas de Valladolid. Pero disfrutemos, por estos días, de la leve recuperación demográfica de la provincia. Lo de León, tiene mucho mérito. En una provincia donde las multinacionales no quieren recoger ni la leche, en cambio la inmigración que ha arribado a sus urbes y pueblos en los últimos años no quiere irse porque confía en que saldrá adelante. En una provincia donde la UME tiene que hacer sendas entre la nieve para que en los pueblos puedan ir a misa y al bar (ahí sí tiene sentido y es de agradecer y reconocer la labor del Ejército, señora presidenta de la Diputación) porque ya no hay jóvenes, se recuperan las cifras de natalidad de hace una década gracias a la población inmigrante...
León puede cantar contra el desamor de quienes disputan sedes, facultades y empresas. Y bailar... sin salirse de la pista al ritmo de aquella canción de Gloria Gaynor (
). Ahora todos, el Gobierno de Zapatero y el Gobierno de Herrera, se atribuirán el baile de cifras del padrón.