Cerrar
Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

A GOLPE DE un acontecimiento navideño tras otro, estamos a punto de echar el cierre al 2008, un año de terremotos financieros y crisis económicas a tutiplén. Algo que tampoco se nota demasiado en los fastos que ponen colofón a un ejercicio en que ha habido de todo: desde el triunfo de España en la Eurocopa, la más alta ocasión que vieron los siglos si nos referimos al apartado futbolístico, hasta la tozudez de sangre y terror que mantienen los etarras, al parecer ignorantes de que su tiempo terminó hace mucho. Pero hablemos de cosas más agradables; por ejemplo, de esos niños que durante las presentes fechas se erigen en los auténticos mandamases de la casa. Las fiestas de la zambomba y el polvorón seducen sobremanera a los chiquillos, siempre dispuestos a disfrutar como un cerdito en su maizal. Especialmente los momentos cumbres de Nochebuena y Reyes, cuando quedan extasiados ante lo mucho que la vida les ha metido en las alforjas.

Otros niños, desgraciadamente, no tienen tanta suerte. Los preceptores de la antigüedad reclamaban mano dura para el alumnado, algo que ahora tampoco suena mal a los adeptos al viejo método de «la letra con sangre entra». Pero lo que ha hecho un maestro egipcio de primaria, un tal Haythan Nabil, rompe todos los moldes. Mosqueado a tope con un alumno de 11 años que llegó a clase sin los deberes rematados, la emprendió a reglazos con el pecador hasta que perdió la consciencia. A pesar de su inmediato traslado al hospital, el chaval sufrió un paro cardíaco y entregó su joven alma al todopoderoso Alá. El maestro borrico reconoció ante el juez que se le fue la mano, aunque los golpes fueron «normales». En fin, un tipo de tres pistones, capaz de disparar al propio Santa Claus.

Cargando contenidos...