Diario de León
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EN ESTE León nuestro, capital, provincia, región y antiguo reino, dentro de la España plural y democrática que nos ha tocado vivir, se celebra, año tras año, uno de los actos más minoritarios, pero no por ello extraordinario, que tiene lugar en el acogedor y maravilloso Panteón Real de León, a los pies de la Basílica-Colegiata de San Isidoro de León.

En este espacio, conocido popularmente como la Capilla Sixtina del Románico y al que yo personalmente me atrevo a titular como el Escorial Real Leonés, pues no en vano, aquí han estado enterrados no menos de venticuatro reyes y reinas de León, tiene lugar el día de la Epifanía del Señor, es decir la Adoración de los Reyes de Oriente al Niño Jesús, un entrañable y recoleto Responso por los Reyes de León, que se viene celebrando de forma continuada, desde tiempo inmemorial y de una forma más pública, desde los años cuarenta del siglo pasado, potenciado por el Cabildo Isidoriano y por la Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro, Orden de Caballería devenida en Cofradía Sacra, fundada en 1147, por el Emperador leonés Alfonso VII, al ganar la ciudad de Baeza (Jaén) a los musulmanes invasores.

Después de la Celebración Eucarística, este año presidida por el Obispo de León, se inicia un cortejo procesional, desde el mismo altar, a los pies de los restos del Santo Isidoro. Precedidos por la cruz alzada y ciriales, las Damas y Caballeros Cofrades de la antigua Orden del Pendón, las Autoridades y el Cabildo de Canónigos, presidido por su Abad, don Francisco Rodríguez, se encaminan hasta el Panteón, donde, con el fresco ambiente de nuestra temperatura leonesa de un día de enero, el frío sepulcral de las pétreas lápidas de los catafalcos reales, sobre una de las cuales, se ubican los símbolos de la realeza leonesa, una corona y un cetro, y el acompañamiento celestial de nuestra querida Coral Isidoriana, los leoneses rezamos con recogimiento por nuestros antepasados, por aquellos que hicieron grande nuestro pueblo, nuestro Reino, el Reino de León, desde García I, que en el año 910 se constituye en el primer Rey leonés, hasta Alfonso IX, que fallece en 1230, pasando por el mencionado Alfonso VII, coronado Emperador, cuando el Reino de León tuvo su mayor esplendor, pues su imperio abarcaba desde Finisterre en el norte, Portugal en el oeste, Almería en el sur y el Ródano (Francia) en el este.

Sirvió de base fundamental para la constitución de la futura nación española, pues ya en el Chronicon Mundi y en otros documentos del Archivo Histórico Nacional le citan como «Emperador de toda España».

Debemos este respeto y reconocimiento a nuestros Reyes, los representantes de un pueblo históricamente avanzado, honorable. fiel y solidario.

En el Poema de Almería, donde se relata la toma de dicha ciudad por el Emperador, ya a los leoneses se nos reconocen estas virtudes:

«Así esta ciudad de León, supera a todas las ciudades en honor-¦» «Por su juicio se rigen las leyes patrias-¦»

evidentemente haciendo referencia a la constitución de las primeras cortes democráticas de Europa, precisamente también en San Isidoro de León, en 1188.

En definitiva, todos los leoneses deberíamos de estar presentes en este Responso por los Reyes de León como recordatorio histórico de nuestra grandeza.

Del mismo modo, la propuesta que nace de estas líneas, se fundamenta en que este acto del próximo año, el 2010, sirva como referencia primigenia de la celebración del 1.100 Aniversario del Reino de León, que tendrá lugar en estas, nuestras tierras.

En palabras de don Antonio Viñayo,

«Que las raíces del pasado ayuden al pueblo de León a conquistar el futuro».

¡Viva los Reyes de León! ¡Viva el pueblo de León! ¡Viva León!

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