Tres millones de angustia
TRES MILLONES de personas están en el paro. La cifra produce escalofrios y lo peor es que las perspectivas no son nada halagüeñas por mucho que el presidente Zapatero asegure que las cosas irán mejor a partir de marzo. ¡Ojalá tenga razón¡ pero lo cierto es que todos los indicadores económicos auguran lo contrario. Hay quienes nunca han estado en el paro y no se hacen idea de lo que eso significa. El parado vive instalado en la angustia, y de nada le sirven los discursos políticos. Todos los días sale a la calle en busca de empleo, al principio de lo suyo, luego de lo que sea.
Cuando a un país le azota el paro como al nuestro hay quienes al menos cuentan con el apoyo de la familia. Si, de la denostada familia, que de repente es la que echa una mano. Los padres vuelven a a acoger a los hijos solteros, o se quitan unos cuantos euros de su pensión para compartirla con los hijos y sus nietos. Los hermanos ayudan a los hermanos. De repente, padres, tíos, hermanos, primos, se convierten en el mejor colchón sobre el que aguantar la crisis. Pero lo drámatico es que hay quienes no disponen de ese colchón, que son los trabajadores inmigrantes que vinieron en busca de El Dorado, y después de unos años en que efectivamente tuvieron trabajo, ahora son parte de las estadisticas del paro. Ellos no tienen una madre a cuya casa ir a comer, o un hermano al que pedir prestado, o un cuñado que les haga un préstamo.
Espero que no se hagan verdad las previsiones más pesimistas que auguran que al final del 2009 habrá cuatro millones de parados, de la misma manera que todos los ciudadanos esperamos que el Gobierno sea extremandamente austero ante la situación que afrontamos. Por eso, es preocupante que la negociación sobre el modelo de financiación autonómica termine provocando un agujero aún mayor en las arcas del Estado.
A los presidentes autonómicos hay que pedirles que piensen en todos no solo en sus intereses electorales o en lo bien que le puede ir a su comunidad. Y al presidente Zapatero, que no sea pródigo a cuenta de los intereses generales, es decir que para satisfacer a los presidentes autonómicos, sobre todo a Montilla, consolide un modelo de financiación que nuestro país no se puede permitir y menos en momentos de crisis. Hay tres millones de personas desesperadas. Tres millones de ciudadanos que tienen que afrontar una de las peores experiencias que es la del paro. Aunque solo sea por respeto a éstas personas, tenemos que exigir a nuestros gobernantes que miren cada euro que gastan.