MAR DE FONDO | CARMEN TAPIA
El valor del uno
DOCE pueden más que uno. Es una aritmética incuestionable, democráticamente correcta, incontestable. Pero, a veces, uno es un huracán y puede con todos. Distinguen las formas, y eso marca una diferencia que no es numérica. Uno puede establecer los límites, dibuja la singularidad, unas veces para bien, otras para mal. Pero no hay que menospreciar al que numéricamente se sitúa al lado contrario porque también está dentro del tablero. Y juega. Los aficionados al ajedrez saben muy bien que el movimiento de un solo peón puede dar jaque mate al rey, perfectamente custodiado por damas y torres hasta ese momento, con estrategias previas de juego. «Uno para todos y todos para uno», escribió Alejandro Dumas como lema de los Tres Mosqueteros. Recientemente he leído la estrategia militar utilizada por el general Vo Nguyen Giap, que comandó las fuerzas vietnamitas contra los norteamericanos. Este militar distinguía entre estrategia (el método para alcanzar el propósito último), donde cabe perfectamente que un solo hombre pueda derrotar a un enemigo numeroso, y la táctica (las batallas diarias), en este caso, defendía, hay que asegurarse estar en superioridad numérica. La victoria se la dio su estrategia, no su superioridad numérica. «1 contra 100» era el título de un concurso de televisión presentado por Carlos Sobera. El concursante debía enfrentarse a una grada compuesta por 100 personas procedentes de distintas disciplinas académicas y profesionales, con el fin de eliminarlos a todos con la demostración de su cultura general, reflejos, habilidad, estrategia y nervios de acero para ganar importantes premios en metálico. El propósito y la determinación son parte importante para la consecución de los objetivos, aunque enfrente se pare un regimiento.