TRIBUNA | RICARDO POMAR
Terror a la democracia
EN UN artículo publicado en esta misa sección el pasado día 12 de diciembre Miguel Ángel González González nos exponía con muy buenos argumentos y mejores razones su teoría del «miedo a la democracia», el miedo que tienen los políticos e instituciones de los distintos gobiernos que nuestro país ha tenido, por «razones de estado», para incurrir y posteriormente no corregir un terrible error y reponer al Viejo Reino de León un estatus de Comunidad Autónoma que por derecho nos pertenece. Por derecho, por historia, por costumbre, por tradición y si me apuran, también por nuestra propia supervivencia, aunque solo sea de forma económica.
No obstante, no sé si por comedimiento, no sé si por olvido o tal vez por bondad hacia los políticos y gentes de estas tierras, se olvidó del miedo a la democracia del PP y PSOE, así como del miedo de los afiliados y cargos públicos de dichos partidos en estas tierras, para llevar la contraria a los próceres de Valladolid y sus consignas anti-leonesas, que acatan a regañadientes, en contra de sus opiniones y de las opiniones de la mayoría de sus afiliados, pero que de todas formas acatan.
Porque no nos engañemos, la mayoría de los leoneses amamos nuestra tierra, pero por distintas razones terminamos representados por las ideas que nos llegan de las «alturas» de Valladolid. Ahí está el miedo a la democracia de los pequeños cargos y afiliados, que en privado se declaran leonesistas (partidarios de una Autonomía Leonesa, no dependiente de las sobras de Castilla), pero que luego en los congresos y órganos de representación de sus respectivos partidos callan como muertos, no sea que a alguien en la cumbre le parezca mal que quiera a mi tierra y me cercenen la cabeza. Y como hay mucha gente dispuesta para tragarse su orgullo, sus ideales y lo que sea necesario, con tal de ejercer un cargo público, en los dos grandes partidos no se mueve ni el aire (ya lo dijo el insigne Alfonso Guerra, el que se mueve no sale en la foto), continuando con la misma dinámica de los últimos 25 años de acoso y derribo a todo lo leonés, tanto dentro de esos partidos, como siempre que pueden también fuera de ellos, en las instituciones, la cultura, la historia..., hasta que llegue el momento en que por fin nos logren borrar de los mapas y de las memorias.
También está el miedo que tenemos las personas de a pie, el miedo a la democracia que manifestamos elecciones tras elecciones, votando a quienes sabemos a ciencia cierta que no van a hacer nada por nosotros y que si lo hacen es casi peor, porque solo escuchan «la voz de su amo», allá en la lejanía de las tierras de Valladolid, pero a los que seguimos votando, porque si voto diferente mi voto no valdrá para nada y sería como tirarlo a la basura, sin darnos cuenta que ese voto ya lleva muchos años tirado en el contenedor y dicho contenedor ni tan siquiera es de reciclaje. El tan traído y llevado, así como propugnado por ambos partidos, «voto útil», un voto que para todos los leoneses es cautivo, nada útil y tremendamente dañino para nuestros intereses.
En resumidas cuentas, estimado señor González, que mientras no seamos capaces de superar nuestros propios miedos, enfrentarnos a ellos y plantearnos lo que realmente nos interesa, obrando en consecuencia, no podremos exigir a nuestros representantes, electos por esta tierra, un cambio de dirección, y mientras estos posteriormente no pierdan el miedo al «que dirán los de arriba» y vendan como Esaú su primogenitura por un plato de lentejas, mientras todo esto ocurra, el miedo a la democracia permanecerá arraigado en estas tierras y será tontería hablar del miedo a la democracia que hay en la Villa y Corte de Madrid, porque mientras nos agarroten nuestros propios miedos y envidias no podremos luchar por vencer los miedos de los demás.