Mentirijillas

GRACIAS a Dios, para cada solución hay un problema. Y si no, lo buscamos entre todos. Ahí tenemos por ejemplo a don Ramón Calderón, presidente dimisionario del Real Madrid tras el acoso desde todos los frentes mediáticos por sus presuntas marrullerías de viejo comediante. Al parecer, las leyes matemáticas que rigen en el Cosmos no van con él, cosa que quedó en evidencia durante una pasada asamblea en la que votó hasta el gato, dicho sea con todos los respetos para el género felino. El amago de cambalache parece ser uno de sus talentos menores, pues también se le considera un maestro en el noble arte de decir medias verdades y falsedades puras y duras, como las referidas a sus ingresos económicos. El piano, en fin, suena desafinado allá por el Santiago Bernabéu, un estadio al que muchos consideramos el sumo santuario de ese deporte del balompié que, a día de hoy, es la única religión globalizada que se acepta de buena gana por unos y otros.

La vida no es más que un tejido de hábitos, así que determinados argumentos tramposos gozan de absoluto beneplácito en muy distintos ámbitos de lo cotidiano. No hay más que ver la situación en que han puesto al mundo algunos Mortadelos de la política, auténticas máquinas de fabricar embustes que nos han llevado a la ruina bajo la pérfida filosofía de hágase-rico-rápido. Los más caraduras dicen que todo es voluntad del Señor, por lo que sólo queda el santo remedio de «paciencia y barajar», a la espera de que la borrasca financiera pase de largo. El constante bombardeo de sofismas adopta una faceta más metalizada en Gaza, donde desgraciadamente siguen lloviendo chuzos. Y así estamos, en una convivencia de envilecimientos manejada a su antojo por una madeja de mentirijillas.